Ante las alarmantes cifras del Inegi que siguen colocando a Campeche como el peor en cuanto a crecimiento económico, la senil gobernadora Layda Elena Sansores San Román intentó reaccionar con humor negro, acusando como siempre a factores externos, de los pésimos resultados que sigue arrojando su Gobierno.
Así, durante la presentación del libro “Derecha: Poder, Corrupción y Engaño” de los periodistas Álvaro Delgado y Alejandro Páez Varela, que forman parte de la cofradía de defensores, impulsores y propagandistas de la 4T, la cínica y desvergonzada Sansores San Román, admitió que en lugar de crecimiento hay decrecimiento económico y que de los 32 Estados del país,“Campeche ocupa el número, 38 porque cada año va para abajo”.
Para colmo, pidió a esos periodistas que informen sobre “la sepultura económica que se le avecina a Campeche, si el Gobierno de Claudia Sheinbaum sólo contempla a nuestra entidad para producir leche, arroz y frijol y no cumple con mejorar carreteras y crear puertos”.
El rostro de los periodistas ya citados no fue de asombro, sino de espanto, ante las blasfemias de Layda Sansores, que busca culpar de su fracaso a la presidenta Sheinbaum. Usted sabe, entre los prosélitos de la 4T, en donde Álvaro Delgado y Alejandro Páez Varela fungen como sus predicadores en las redes sociales, no se puede poner en duda la infalibilidad del Gobierno de la señora Sheinbaum, y mucho menos del gurú y sumo sacerdote, Andrés Manuel López Obrador.
Y es que Layda con sus dichos, puso en entredicho el trabajo de ambos. Ya que López Obrador fue el principal sepulturero de Campeche, al incumplir su promesa de trasladar las oficinas de Pemex a Ciudad del Carmen, y al cancelar los recursos para la modernización de las carreteras y los puertos, en su obsesión por construir sus elefantes blancos llamados pomposamente “Refinería Olmeca” y “Tren Maya”.
Aún más, la “ancianita decrépita” Sansores San Román, como la llaman decenas de usuarios de las redes sociales, se atrevió a cuestionar el “Plan Campeche” que presentó Claudia Sheinbaum y hasta se mofó diciendo que “va convertir a Campeche de puerto petrolero a productor de arroz con leche”.
Luego reclamó a la Presidenta la injusticia que ha sufrido Campeche por la aportación de divisas gracias a la extracción de hidrocarburos, tema que por cierto, jamás abordó en sus múltiples reuniones con el corruptísimo expresidente López Obrador. Nunca exigió más recursos, jamás reclamó el injusto trato fiscal, siempre se mantuvo sumisa y zalamera.
No sólo eso, la amnésica Layda Sansores olvida que fue diputada federal de 1991 a 1994; senadora de la República de 1994 al 2000; nuevamente diputada federal de 2006 a 2009, y otra vez senadora de 2012 a 2018. Es decir, en los últimos 30 años fungió durante 18 como legisladora federal, y jamás de los jamases, nunca de los nuncas presentó alguna iniciativa para contrarrestar ese injusto trato fiscal, y hasta hoy reclama ese maltrato que la Federación le ha dado a Campeche.
Es decir, Layda Elena se hizo de la vista gorda más de 50 años y fue cómplice 18 años de este rezago económico que padece nuestro Estado. Pero ahora, en su calidad de gobernadora, es culpable de esta debacle que no tiene para cuándo acabar. Y no tiene para cuándo, porque esta nefasta mandataria carece de estrategias y supone que con quejas y lloriqueos, y culpando a otros de su ineptitud, podrá cambiar la situación.
Y en una nueva explosión de cinismo ante un auditorio que la miraba estupefacto, la senecta mandataria proclamó: “Yo creo que tendríamos que cambiar el lema por el ‘primero los pueblos pobres y lo mejor para los pueblos pobres jodidos como Campeche’, porque sí, los programas sociales van para todos, pero en los programas de desarrollo de infraestructura tenemos 580 aviones que llegan a Quintana Roo, mientras aquí llegan tres pinches aviones y no tenemos ni aire acondicionado”.
Nadie en el foro soltó la carcajada. Sólo los patiños de siempre se atrevieron a aplaudir la ocurrencia de su gobernadora. Tal vez no se dieron cuenta de que ella misma se ridiculizaba. Que se autoflagelaba y que su “arranque de sinceridad” no era más que un auto reconocimiento de su rotundo y estrepitoso fracaso como encargada de velar por el progreso y desarrollo de Campeche.
Y no. No causan risa sus dichos. No vemos el chiste a su ineptitud. Si sumió al Estado en su peor crisis económica y ya no sabe que hacer, que renuncie y se vaya. Hay campechanos competentes que harán un mejor trabajo que ella y su camorra de foráneos.
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