Si los diputados de Morena, PT y PVEM hubieran planteado en campaña, de frente y sin temor, que su agenda legislativa incluía el tema del aborto, seguramente que la gran mayoría del pueblo campechano les habría dado la espalda…
Si bien es cierto que el tema del aborto es polémico en sí mismo, y llega a exasperar las opiniones y las reacciones de quienes se encuentren de un bando o del otro, no parece haber justificación alguna para que la LXIV Legislatura del Congreso del Estado de Campeche haya decidido analizar y aprobar reformas al respecto, escondidos al amparo de la noche, en sesión reservada y secreta, y con una selectiva convocatoria que excluyó incluso a algunos diputados morenistas.
Esa decisión, empero, define y desnuda a la mayoría de este Congreso campechano, que compite con su antecesora la LXIII Legislatura en convertirse en la peor en toda la historia por actuar a espaldas del pueblo, por tomar decisiones contrarias al sentir de la mayoría, y por no hacer las cosas de frente, con valor y entereza.
De entrada, y sin que la razón tenga que ver del todo con la polémica despenalización del aborto que aprobaron, podríamos calificarlos como cobardes, pues incumplen con su esencia de representar “la voz del pueblo”, y se asumen como un ente arbitrario, prepotente y déspota, que actúa, como los delincuentes, al amparo de la noche y escondiendo el rostro para no ser reconocidos.
Puede ser que la despenalización del aborto responda a algunas exigencias de algunos sectores de la sociedad campechana; avergüenza que hayan recurrido a la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Campeche (Codhecam) para abanderar la causa, con el apoyo de dos o tres colectivos feministas, pero eso no justifica que se hayan traicionado los principios, convicciones e ideales de otros grupos representativos de la sociedad campechana.
Si la Corte apuraba a esta Legislatura para pronunciarse sobre el tema, luego de dos años de que se les ordenó homologar las leyes al respecto, los diputados bien pudieron encontrar alguna manera para democratizar su decisión, o bien oponerse de lleno, al amparo de la soberanía de los Estados, a una ley que para muchos es inhumana, cruenta y contraria a los derechos humanos de todos los ciudadanos.
Una cosa es cierta: si los diputados morenistas, petistas y pvemistas hubieran ido a la campaña a plantear de frente y sin temor, que su agenda legislativa incluía el tema del aborto, seguramente que la gran mayoría del pueblo campechano les habría dado la espalda. Pero mintieron y traicionaron a quienes confiaron en ellos, y quienes sí tienen en alto valor la vida humana desde el momento de su concepción.
Es un tema polémico, vale la pena reiterarlo. Habrá quienes respalden al aborto tal y como lo aprobaron los diputados campechanos. Otros quizá tendrán sus restricciones y hasta seguramente hay quienes tengan otras propuestas menos sanguinarias. Pero es claro que la actitud cobarde de sesionar a la medianoche, en recinto cerrado y en secreto, no habla bien de las leyes que aprueban.
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