Todo apunta a que el futuro del secretario de Desarrollo Agropecuario del Gobierno del Estado, el morenista carmelita Ramón Gabriel Ochoa Peña, será una celda del reclusorio de San Francisco Kobén o en el de la isla del Carmen, para que sus familiares puedan visitarlo con frecuencia.
La Auditoría Superior del Estado de Campeche (Asecam) ya confirmó anomalías financieras por más de 20 millones de pesos, que tienen que ver con diversas irregularidades en la construcción de caminos “sacacosechas”, compras atípicas, incrementos inexplicables de costos, nómina “fantasma” y adquisiciones fuera de norma.
Entre esos desvíos se encuentra el que fue denunciado por campesinos de San Pablo Pixtún, Municipio de Champotón, en que se desviaron más de tres millones de pesos para un camino saca cosechas que no se construyó, pero que fue incluido en los informes de Gobierno de la nefasta Layda Sansores, de 2023 y 2024.
Por denunciar esa obra fantasma y ese desvío millonario, el campesino Abigail Chan Piña, representante de los campesinios afectados, enfrenta una denuncia por daño moral que —¡sorpresa!— los jueces han considerado procedente y a favor de Ochoa Peña, a pesar de que hay testimonios de que la obra no se hizo, algo que ahora confirma de manera contundente la Asecam. ¿Seguirá el acoso judicial contra Chan Piña? ¿Sancionarán a los jueces que, evidentemente, actuaron por consigna en su contra?
Pero no es lo único de que se acusa a Ochoa Peña, pues resulta que en 2023, y de acuerdo a lo encontrado por la Asecam, intentó justificar a través de una nómina fantasma, 17 millones 452 mil 370 pesos. Recursos que, obviamente, iban directamente a sus bolsillos.
La Asecam también detectó que las adquisiciones de bienes con Ochoa Peña se realizaron sin ningún procedimiento legal. También, traslados de fertilizantes que aparecen en facturas pero carecen de constancia de que hayan existido. Lo mismo o situación similar ocurrió con los pesticidas, cuyas adquisiciones existen en papel pero no hay constancia real y cierta de que hayan sido entregadas las cantidades compradas.
Hay más caminos “sacacosechas” de papel como los de Nuevo Chonhuás, Calakmul, concretamente en el tramo Toño, callejones 6 y 9. El costo fue de 2 millones 549 mil 800 pesos y para que nadie se entere en las comunidades de esas obras, no se colocan los letreros que indiquen realización, características, monto de inversión, origen del dinero y rentabilidad social. Los letreros de las obras los facturan pero, a decir de las observaciones de la Asecam, no fueron encontrados en las ubicaciones de las supuestas obras.
Son más de 20 millones de pesos los que deberá justificar en este paquete de 2023 Ochoa Peña. Y conste que aún falta averiguar todo lo que hizo en 2024 y lo que llevamos de 2025.
Por eso es que al diputado Antonio Jiménez Gutiérrez, presidente del Congreso, no le quedó más que admitir que Ochoa Peña prácticamente tiene la soga en el cuello. Dijo que estarán al tanto de que cumplan con las solventaciones, pues de no hacerlo se tendrán que presentar las denuncias correspondientes.
Parece que la suerte de Ramón Gabriel ya está echada, pero aún falta que la nefasta y perversa gobernadora Layda Sansores acepte que en su equipo de Gobierno hay casos graves de corrupción. De no hacerlo, entonces seguramente que va a “enfermar” al aún titular de la SDA para ofrecerle una salida digna, y conferirle la impunidad que caracteriza a esta administración.
Pero también puede politizar el tema y hallarle algún manejo que involucre a Ochoa Peña con Movimiento Ciudadano, con Alejandro Moreno o con el PRI, y entonces nos salga con el cuento de que el secretario de Desarrollo Agropecuario era “un infiltrado de las fuerzas oscuras que quieren desestabilizar a su Gobierno”.
Pero sea cual sea el camino que vaya a seguirse, lo cierto es que es inminente el relevo en la SDA, donde las largas uñas de Ochoa Peña han causado un daño irreparable a las finanzas estatales, y las consecuencias se resienten en las comunidades rurales donde no se han realizado las obras, y en los propios campesinos que no recibieron ni fertilizantes, ni semillas ni mucho menos los tractores prometidos.
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