Muchos años antes de arrebatar la dirigencia local del STIRT y de sumar a su feudo caciquil local la explotación de los trabajadores radiofónicos y televisivos de Yucatán, mediante su bodorrio con el vetusto Silvino Antonio Fernández López, Laura Lizbeth Escalante Canto estuvo casada por lo civil y religioso con Jorge Pérez Martínez.
De ese matrimonio procreó tres hijos: Suemy, quien prácticamente tuvo que encargarse de crecer a sus hermanitos tras el abandono de la madre, quien prefirió irse al Distrito Federal con el argumento de atender asuntos del sindicato. Actualmente tiene 36 años, es licenciada en administración del Tecnológico de Mérida, y soltera. Si los planes de Mamálaura salen bien, será la heredera de la Delegación sindical.
A Esby, Mamálaura le consiguió una plaza bien pagada en el Colegio de Bachilleres de Campeche (Cobach), pese a que sólo terminó la preparatoria. A sus 27 años es conocido por ser de gustos, estilos, circunstancias, deseos, sueños y aficiones diferentes, aunque no es parte dirigente de la comunidad del arcoris.
Jonahtán, de 25 años de edad, siempre fue reacio a los estudios, y hace tres años fue detenido por amenazar con pistola a una familia en la colonia El Carmelo. Pero la corrupta lideresa sindical removió mar y tierra hasta conseguirle una plaza en la empresa Televisión y Radio de Campeche, en donde cobra por horas-nalga, pues no da un solo golpe.
Cuando Laura Lizbeth se apoderó de la Secretaría General del sindicato, comenzó a ausentarse de su hogar por periodos de hasta dos meses. Así, en uno de sus retornos de la capital de la República a Campeche, topó con la desagradable novedad de que su marido había abandonado la casa y se había ido a vivir con otra dama, en quien encontró atención, servicio, amabilidad, gracia y belleza.
Eso propició que los chamacos Pérez Escalante quedaran solos en la casa de interés social que entonces habitaban, y ese fue el motivo de que crecieran desobligados y tuvieran serios problemas de personalidad, que aún no superan.
Así, si de algo ha servido la Sección Campeche del STIRT, es para acomodar laboralmente a los tres hijos de Laura Lizbeth y asegurarles un sustancial ingreso. También, para exigir a empresarios de la radio y televisión locales, plazas para familiares, pese a no tener capacitación alguna, pero que le sirven de patiños en las asambleas sindicales.
Mientras sus familiares viven en casas del Infonavit, y en muchas ocasiones no tienen dinero ni para pagar la energía eléctrica, Laura Escalante remoja su lonja y el rostro restirado en la alberca de su residencia en Chichí Suárez, en tanto su flamante y vetusto esposo Silvino Antonio Fernández López se queda a la sombra por el temor de que el agua fría le pueda provocar neumonía.
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