El friso de Balam Kú, fechado en el año 600 de esta era, correspondiente al periodo clásico de la cultura maya, tiene una importancia similar a la del de Calakmul, ambos registran importantes acontecimientos del pueblo maya antiguo, destacó la arqueóloga María Eugenia Canto Ramírez.
Al participar en el segundo día del Seminario Peninsular “Nuevas Miradas en la Investigación a 80 años de la Creación del INAH”, junto con el también arqueólogo Félix Camacho Zamora, impartieron el tema “Friso Sur de la Estructura 1-A Sub de Balam Kú: la intervención detrás de su historia”.
La especialista explicó que la restauración del friso de Balam Kú lleva más de 20 años, y se trata de un trabajo integral, porque han participado arqueólogos, arquitectos, restauradores; se ha tenido una labor multidisciplinaria para poder intervenir en conjunto en favor del patrimonio.
“El friso de Balam Kú tiene un deterioro muy específico derivado de las diversas etapas en las que se construyó y desarrolló, lo que también implicó el uso de materiales diversos, es una de las razones por las que ahora, para la conservación y restauración, se tienen que hacer muchos esfuerzos para igualar los materiales y la técnica que se utilizó hace ya muchos años”.
Canto Ramírez recalcó que se trata de una pieza enorme, mide 16 metros de largo y cinco de ancho, con colores importantes; las técnicas que observan tratan de replicarlas para poder conservarla, pero en lo que se refiere a la iconografía es algo muy impactante, la cosmografía del pueblo maya ancestral.
“El friso de Balam Kú nos habla de un gobernante que ascendió al poder, el cual se encuentra acompañado de sus ancestros, se trata de al menos cuatro personajes más, por la información que se ha localizado in situ, fue una pieza que era exhibida para impresionar a todo un pueblo”.
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