En los pasillos del colegio de primaria de Beit Hanún, una localidad al norte de Gaza, sólo quedaban ovejas, cristales rotos y charcos de sangre media hora después de que varias explosiones mataran ayer a 16 personas en sus instalaciones.
Era una de las 100 escuelas habilitadas por la ONU como refugio para los más de 100 mil palestinos desplazados por la masiva operación israelí contra Gaza que comenzó el ocho de julio.
Entre los muertos y los 200 heridos había varios trabajadores de Naciones Unidas, niños y mujeres, según informó en un comunicado Ban Ki-Moon. La ONU decidió vaciar la escuela por los duros bombardeos israelíes por tierra y aire en los últimos días.
Muchos edificios de las inmediaciones están reventados por armas pesadas israelíes. Desde el Ejército israelí se anunció una investigación y sugirió que pudo tratarse de un cohete palestino caído en su camino a Israel. Más tarde, un portavoz militar habló en Internet de “disparos de cohetes desde las inmediaciones” de la escuela de la ONU y admitió fuego en “respuesta”.
Menos de una hora después de la matanza podía identificarse el impacto de al menos un proyectil explosivo rodeado de metralla entre la sangre y los despojos en la escuela de Beit Hanún.
Ni rastro de la carcasa u otros residuos típicos de los cohetes que las milicias palestinas de Hamas disparan contra Israel, que les ha dedicado un museo en la localidad de Sderot.
Las explosiones cercanas a primera hora de la tarde de ayer jueves invitaban a marcharse. Muchos se refugiaron en el hospital de la zona.
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