Sigue fresco en nuestra memoria, el horrible asesinato del jovencito Samuel MacGregor Cervantes, que con tan sólo diecisiete años fue víctima de la peor barbarie de tres sujetos también muy jóvenes, que luego de torturarlo durante largo rato, finalmente lo mataron sin piedad en las afueras de la ciudad. Este crimen sacudió a la sociedad campechana, muchas voces clamaron justicia y castigo a los asesinos.
El entonces procurador estatal, Renato Sales Heredia, reconstruyó los hechos, encontró a los culpables, presentó pruebas contundentes y recomendó al Tribunal una pena máxima de cincuenta años para cada uno de los homicidas. Lo anterior ocurrió hace un año, en febrero del 2013, y al día de hoy todavía no se dicta sentencia por parte del juzgado penal, sentencia que mucha gente está esperando.
El pasado fin de semana la policía ministerial localizó los restos de Florencia Cabrera May, de tan sólo veinte años, que había sido reportada como desaparecida por su familia en Calkiní desde hace catorce meses. Tras la investigación, la Procuraduría determinó que el asesino fue el joven Edward Cuevas Santini, el cual además ya firmó su confesión, misma donde narra cómo llevó a la chica a un lugar baldío, la golpeó hasta matarla y la arrojó a un pozo de 15 metros de profundidad y quemó su ropa.
Acto seguido mandó mensajes de texto con el teléfono de Florencia a los padres de ésta, diciendo que se iba de la casa para hacer su vida lejos y no volver, un crimen realmente escalofriante. Por cierto, relacionar con este caso a otros familiares sin sustento sólo porque llevan el mismo apellido del homicida, han ocupado cargos políticos o porque son parientes, ha sido algo muy tendencioso e innecesario, y se debe ser responsable ante este tipo de actos.
Los dos casos ilustrados líneas arriba, ocurrieron aquí en nuestro Estado, con dos jovencitos que tenían toda una vida por delante, la cual les fue arrebatada de una manera brutal, dejando un enorme dolor en sus familias. No fueron asesinados por bandas delictivas ni por el crimen organizado, los homicidas son gente que las víctimas trataban y conocían, también muy jóvenes.
Estamos observando también una gran cantidad de suicidios en gente menor de veinticinco años, conocemos en los medios informativos violentos crímenes, a veces meticulosamente planeados por personas menores de esa edad, al modo de episodios sacados de series de televisión policiacas como “Mentes criminales”.
Con frecuencia los motivos para estos actos son increíbles e inverosímiles, que porque lo “cortó” el novio o la novia, que porque no salió reina o rey del Carnaval de la escuela o cosas así, lo que demuestra una gran ignorancia, un desvío de las cosas realmente importantes y la falta de aprecio por el valor más grande y significativo que es la vida humana, propia o ajena, que debería y tendría que ser inculcado en la casa y por supuesto también en la escuela.
Es hora de encender los focos rojos, de que tanto los padres de familia, los maestros, las autoridades de educación y de salud y por supuesto los jóvenes, trabajen en programas de ayuda conjuntos que realmente funcionen y ayuden a prevenir este tipo de situaciones, que mitiguen el impacto de la desintegración familiar, la depresión, la situación económica, la soledad y muchos otros problemas, ya no se trata de hablar de cuando llegue el futuro, éste ya tiene un buen tiempo que nos alcanzó.
No hay justificación para el homicidio, es un delito que tiene que ser castigado de manera ejemplar, particularmente con las agravantes que existieron en estos dos casos, así como en muchos otros.
Nada podrá traer de vuelta a estos jovencitos campechanos, pero sus familias y una gran cantidad de personas esperan hoy que se haga justicia. Samuel y Florencia también.
Jorge Emilio Nazar Durán
Comentarios: [email protected] y @jorgenazardurán0
Más noticias
Abejas muertas por envenenamiento: Irresponsable manejo
De política… y cosas peores: Campaña cerrada
Se descubrió que funcionan: Expropiaciones que vienen