Sobran las imágenes compartidas en las aterrorizantes redes sociales de diputados locales huyendo a grandes zancadas de ciudadanos que con hijos en brazos los persiguen con recetas médicas o con recibos de luz, con los cuales chantajean a los políticos.
Vaya usted a saber si la petición en verdad tiene un motivo verdadero o se trata de ciudadanos tratando de jalar agua para su molino para pasar su navidad, la cosa es que obligan al burócrata a colaborar a su causa a cambio de no ventanearlo en las mentadas redes.
El diputado ya no sabe si huir o atender al ciudadano voraz, que lejos de querer gestionar una necesidad exige dinero en efectivo. No quieren que les paguen el dinero o les surtan el medicamento, sino que les den el dinero para ellos hacerlo. Y así, no hay sueldo que aguante.
Quienes siguen de cerca el trabajo legislativo, aseguran que esa imagen es más común de lo que cualquiera se imagina. Diputados huyendo de los ciudadanos de sus distritos que no aceptan esa labor de gestión, que porque les hacen “dar vueltas para atender esa solicitud”.
Por eso es común encontrarnos con legisladores que ya tienen listos 20 pesos en cada uno de sus bolsillos para entregarlos a quienes se les acerquen en busca de ayuda. Así por lo menos les sale barato… en apariencia. Multiplique por los treinta días del mes al menos unas 10 “ayuditas” diarias suman seis mil pesos.
Por lo mismo, cada martes y jueves, en que por ley tienen que acudir a las sesiones ordinarias en el Palacio Legislativo, la tarea se vuelve pesada. Son cadenas de peticiones monetarias al ingresar y al salir del inmueble, y para los diputados de los municipios, la agonía se prolonga a los días de descanso.
Y la imagen no cambia. Pronto veremos a candidatos a diputados de diferentes partidos disputándose ese carísimo “afecto ciudadano”, que los obliga a acudir hasta sus domicilios, negocios o centros de reunión para pedirles su apoyo para ganar la elección votando por ellos.
Así, el círculo del político vuelve a iniciar. Hay vividores que sólo esperan esa oportunidad de estar cerca de cualquier político para soltarle su catálogo de peticiones, pues no se conforman con los 20, 30 o 50 pesos disponibles. La cifra se multiplica a diario, pues son varios los vivales que abusan del momento.
Sin embargo, esos vividores no se ponen a pensar que hay quienes realmente tienen necesidad del apoyo, sea en efectivo o en especie, de ese político, y que su petición no fructifica porque el diputado local ya no sabe si en realidad es necesario ese apoyo o se trata de otro abuso.
Es urgente, de entrada, que los diputados se pongan las pilas e instrumenten alguna estrategia que les permita tener a la mano una lista de los ciudadanos que han acudido a ellos en busca de ayuda. Que se instale alguna casa de gestión general en la cual se pueda comprobar la necesidad del apoyo, para que este se otorgue sin regateo.
Aquí es preciso comentar que instituciones como el DIF tienen abiertas esas casas de gestión a través de las cuales se busca apoyar a la población urgida por algún medicamento o enfermedad. Por ello, está claro que quienes persiguen al político con una receta no buscan más que abusar de ellos.
Para mejorar la ya deteriorada imagen del diputado y beneficiar a quienes realmente requieren de apoyo, se necesita que todos ellos redirijan a los solicitantes a las instituciones pertinentes. Quienes no lo hacen, por ganar hoy un supuesto apoyo ciudadano, solo abonarán a que continúe girando ese círculo vicioso.
Hacerlo, sin duda, ayudará a aquellos que buscarán su reelección, pues sus gestiones podrán ser corroboradas con las instituciones en las cuales se hayan otorgado los apoyos.
Que nadie olvide que en el proceso electoral que se avecina, la ley ya permite la reelección de diputados locales, presidentes municipales, de juntas municipales y de regidores y síndicos. Por lo mismo, es importantísimo poner orden al tema de la gestión ciudadana.
De esa manera, nuestros 35 diputados locales podrán merecer la reelección gracias al trabajo de gestión, legislación y acompañamiento ciudadano y regresar a sus distritos sin encontrarse con reproches por falta de cumplimiento a las promesas.
Ese contexto de las campañas electorales, en el cual los ciudadanos reclaman que ya están hartos de que les prometan y no les cumplan perderá validez, toda vez que la gestión del diputado será más efectiva. Pero para ello, se debe frenar primero a aquellos que mienten al solicitar apoyos innecesarios.
Habrá que dar seguimiento a las próximas campañas y ver qué candidatos harán promesas que no van a cumplir. Deben saber, de inicio, que los ciudadanos no están haciendo fila para acudir a saludarlos, que tampoco están desesperados en prodigarles aplausos por los mismos discursos de siempre, sino que buscan propuestas serias que contribuyan a mejorar a la sociedad.
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