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Sebastian Korczak

CAMBIAR CAMBIOS

Siempre hay algo que debemos mejorar. Es una sencilla consecuencia si realmente haces autoanálisis y quieres profundizar en tu vida. Sin duda, encontrarás algunos o muchos ámbitos en los que puedes mejorar. Además, eres consciente de que, si lo hicieras, te sentirías internamente mucho mejor. Pero te sucede, como nos sucede a todos los seres humanos, que el cambio cuesta y requiere un esfuerzo sobreañadido.

El cambio exige abandonar tu zona de comodidad, de confort, donde te encuentras a gusto. Y todo ese cambio requiere ir hacia lo desconocido para adentrarte en terrenos imprevisibles. Sin embargo, si queremos cambios y mejorías en nuestras vidas, tenemos que dejar de hacer siempre lo mismo. No hay crecimiento sin cambio.

La ciencia nos puede iluminar y orientar en este necesario proceso de cambio. En el ámbito de la química, se habla de “energía de activación”. Ésta es la cantidad mínima de energía que se necesita para que empiece una reacción química. Los químicos han descubierto que esta cantidad inicial de energía es mucho mayor que la media de energía que se necesita para mantener activa esa reacción.

Transfiriendo eso a nuestra vida, nos damos cuenta de que para “reaccionar” al cambio que queremos realizar tenemos que movernos, activarnos. Al principio nos supondrá un mayor esfuerzo, un desgaste de energía importante, hasta que consigamos, poco a poco, pequeños pero significativos cambios.

Mi maestra de preparatoria nos repetía mucho: “El cambio más pequeño que realices hoy, te conducirá a un mañana completamente diferente”. Para recorrer un largo viaje hay que comenzar dando un primer paso. Y dando ese primer paso, por muy insignificante que parezca, ya hemos empezado el camino del gran cambio. No pretendamos todo a la vez y ya. Paso a paso, tiempo al tiempo. Como decía Lew Tolstoy: “Todo el mundo piensa en cambiar el mundo, pero nadie piensa en cambiarse a sí mismo”.

La ciencia nos sigue iluminando. El transbordador especial consume más combustible durante los tres minutos posteriores al despegue, del que consume durante el resto de la órbita que describe en torno al planeta. Ese empleo desbordante de energía lo necesita para superar la enorme fuerza de atracción de la tierra. Cuando queremos iniciar un cambio, transformación en nuestras vidas, la inmensa fuerza de gravedad de los hábitos adquiridos nos atrae para mantenernos en tierra.

Obviamente, si queremos empezar a instaurar nuevos, más saludables hábitos y acciones en nuestras vidas, la fuerza de la costumbre nos quiere forzar a seguir haciendo lo mismo. Debemos contar con que, al principio, tenemos que emplear mayor energía pero que, después todo será distinto y más fácil. Carl Rogers, repetía: “La curiosa paradoja es que cuando me acepto a mí mismo justo como soy, entonces cambio”.

No tengamos miedo de este proceso de cambio. Los cambios son sencillos, pasito a pasito, pero no fáciles. La clave es hacer un buen, firme y serio propósito de cambio, aunque sea pequeño. ¡Decídelo y vete por ello! No te quedes amargado y amarrado con “lo de siempre”. Es cierto que allí estás seguro y cómodo, pero ¿realmente eres feliz, pleno y realizado? Emplea toda tu energía en el despegue.

Una vez tomada la decisión, cuando llegue el momento de actuar, no le des muchas vueltas, porque tu mente buscará miles de razones para claudicar. El único pensamiento que puedes permitirte es: “lo he pensado y lo he decidido, no lo hago porque me apetezca, sino porque lo he decidido”. Maya Angelou escribió: “Nos deleitamos con la belleza de la mariposa, pero raramente admitimos los cambios por los que ha pasado para conseguir esa belleza”.

En el proceso de cumplir con tus propósitos tendrás malos momentos, cuenta con ellos. Entonces trae a tu mente este pensamiento: “Cuando parezca que todo está contra ti, recuerda: los aviones despegan con el aire en contra, no a favor”. ¡Qué interesante! Lo mismo sucede con las cometas, avión o transbordador. Ánimo con los cambios, son para mejorar, son oportunidades de hacerte más feliz. “Si cambias el modo en que miras las cosas, las cosas que miras cambian” (Wayne Dyer).

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