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Jorge Gustavo Sansores Jarero

Calle de la “alegría”

Nuestro Centro Histórico, Patrimonio Cultural de la Humanidad, es de los más bellos de México. No cabe duda que tener un recinto amurallado en la ciudad capital nos coloca en el plano mundial, pues sólo hay tres ciudades con estas características.

A partir del año 2009, con Carlos Ernesto Rosado Ruelas como alcalde, inició un interesante y polémico proyecto para que la calle 59 se convirtiera en andador peatonal, y que sirviera como atracción turística. Esta arteria cruza de la Puerta de Mar hacia la de Tierra, y eso, por sí sólo, constituye un atractivo turístico. Si no lo cree, dese una vuelta y fije su mirada de puerta a puerta.

Con los años, y tras varios jaloneos con los vecinos que se rehusaban a cerrar la calle al tránsito vehicular, por fin la 59 se convirtió en parte de lo que el proyecto señalaba. Y a 13 años del inicio de su conformación como corredor turístico, aún no existe reglamento oficial.

La calle 59 está flanqueada por negocios —en su mayoría restaurantes y bares— que atraen a los turistas de día y de noche. La vida nocturna es mayor que la matutina, independientemente de que también hay venta de artesanías, ropa, calzado, y hasta juguetes y atracciones infantiles.

Pero no todo podía ser perfecto. Entre las calles 12 y 14 la citada arteria no cuenta con negocios, debido a que aún varias familias habitan en sus viviendas. Tampoco cerraron la calle 59 entre las 16 y 18 —lienzo amurallado—, pues esa parte es necesaria para desfogar el tráfico vehicular.

Sin embargo, entre lo bueno de la calle peatonal, desafortunadamente resalta lo malo. Antes de proseguir, debo reconocer que en la calle 59 hay excelentes restaurantes, con precios asequibles para todo tipo de clientes locales, nacionales y extranjeros. La vida nocturna es agradable, y cada instante en ese corredor se disfruta al máximo, incluso hay quienes pierden la noción del tiempo y del entorno al pasar ahí varias horas. Pero…

Después de las tertulias del fin de semana, la calle 59 no es tan agradable. La basura de los restaurantes y bares queda amontonada en las esquinas, los olores a orín y de algunos desagües se mezclan para hacer retroceder a propios y extraños, y apenas hasta hace unos meses colocaron suficiente iluminación para mejorar el entorno.

Los principales afectados por los hedores son, en primera, los empresarios que se han atrevido a invertir, incluso quienes aún están con proyectos a medias o no han conseguido los permisos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) para continuarlos, porque ya hay un precedente negativo de la zona.

En segunda, afecta mucho la imagen —en general— de los campechanos, pues al ser esta una arteria muy concurrida por los turistas, ellos se llevan el peor recuerdo de nuestra hermosa ciudad.

Ahora bien, alguien debe ser responsable en torno a la basura amontonada y a los olores fétidos. ¿Pero quién? Sin duda el tema de la basura es competencia del Ayuntamiento de Campeche y de la empresa contratada para su recoja, que no es puntual. Tal vez la alcaldesa Biby Karen Rabelo de la Torre podrá ayudar en ese aspecto, al exigirles que mejoren sus servicios. Es su deber. En el otro tenor, el de los olores fétidos, hay que dividirlo en dos.

Si se trata del tiradero de aguas negras, definitivamente compete a los dueños de los negocios y habrá que sancionarlos. Es más, hace unos días la Comuna, a través de la Dirección de Medio Ambiente a cargo de Ana Alexandra González Marín, hizo su parte, y puso en orden un negocio con problemas en su fosa séptica. Cabe aclarar que las aguas no eran vertidas adrede.

Pero en el tema del apeste a orines, es algo que debe revisar la Secretaría de Protección y Seguridad Ciudadana (SPSC), a cargo de Marcela Muñoz Martínez, enviando policías turísticos para que sancionen administrativamente, y en su caso detengan, a quienes hagan sus necesidades fisiológicas en la vía pública.

Antes de concluir la pasada administración, me reuní personalmente con un grupo de empresarios restauranteros de la 59. Su entonces líder, ahora empleado estatal, aseguraba que los funcionarios de ese entonces no enviaban policías para cuidar las calles. Incluso explicó cómo y de qué forma debían hacerlo, y sin duda era y es buena idea.

También enfatizó —el empresario— que con la llegada de la nueva jefa de policía esto cambiaría, pero no, vemos que todo sigue igual, sin vigilancia, y la afectación para los restauranteros y clientes es la misma. Tal vez ahora no critica el tema por razones obvias, pero le ayudo pues sé que aún no les cumplen esa petición.

Desafortunadamente, los empresarios no pueden impedir que los visitantes, al calor de las copas, se líen a golpes o terminen orinando en la vía pública, pues sus elementos de seguridad —si es que los tienen— sólo pueden intervenir en el interior de sus locales. La calle es responsabilidad de la SPSC.

Lo malo es que los espectáculos boxísticos como el de hace unas semanas, se vuelven “virales” en las redes sociales, y eso da muy mala imagen a la 59. Peor son los comentarios de los visitantes que se quejan cuando toman el recorrido de las leyendas, y al llegar al lienzo de la muralla, en concreto a la calle 59 con 18, se topan con decenas de bolsas de basura (fui testigo) pestilente.

Entonces confiaremos en que, a más de cuatro meses de iniciar la administración de Layda Elena Sansores San Román, quien por cierto nombró a la calle 59 como “de la alegría”, ahora sí habrá vigilancia y pondrán orden en la arteria, para evitar más peleas y orines en la vía pública. Tal como lo vaticinaba aquel empresario.

Sobre todo porque muchos ciudadanos y visitantes culpan a los inversionistas de la 59 por lo que acontece en la calle. Aseguran que ellos deben responsabilizarse, pero no es así. El empresario tiene sus obligaciones y las autoridades las suyas.

Y los dueños de los negocios deben ser tan enérgicos ahora como antes, pues si bien ya les ampliaron los horarios de venta, que era una de sus preocupaciones iniciales, también les deben garantizar la seguridad callejera para que los clientes no dejen de visitarlos y consumirles.

Eso será de gran ayuda para atraer al turismo, para sentirnos más seguros al visitar los negocios de nuestros amigos y conocidos, pero sobre todo para, con más ganas, invitar a familiares y amigos a visitar la entidad y, por supuesto, la famosa y “divertida” calle 59. Enhorabuena a todos los empresarios, espero que les cumplan.

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