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Jorge Gustavo Sansores Jarero

TRAIDORES ¿POR IDEOLOGÍA?

El pasado jueves 21 de abril, la gobernadora Layda Elena Sansores San Román hizo un anuncio millonario a los campechanos. Pero tampoco se trató del que esperamos con ansias desde hace poco más de siete meses que lleva al frente de su administración, tiempo en el cual no hemos escuchado de ninguna inversión para la entidad.

Por el contrario, la gobernadora anunció que el Gobierno del Estado devolverá a la Federación 700 millones de pesos, porque el año pasado, con motivo de la pandemia y sus afectaciones económicas, hubo ingresos menores al presupuesto aprobado para este 2022. Vaya, una pésima noticia para la entidad.

Sin embargo, y al igual que sus antecesores, la mandataria estatal podría solicitar ayuda a los diputados federales por Campeche, para que gestionen ante la Comisión de Hacienda de la Cámara de Diputados un “apoyo extra” en el presupuesto de este año, o bien, que sea menor la cantidad de dinero a devolver.

Podría, pero quizá no lo haga, y tiene una razón de ser: Layda Sansores sólo cuenta con el apoyo de los dos legisladores por Movimiento Regeneración Nacional (Morena), José Luis Flores Pacheco y María Sierra Damián, pues los otros son del Partido Revolucionario Institucional (PRI), y no la llevan bien con la gobernadora.

Quitando a Carlos Miguel Aysa Damas, que ya brincó del PRI hacia Morena, y que con su carente experiencia no hubiera sido de mucha ayuda en el Congreso, quienes sí podrían gestionar, tocar puertas y conseguir dinero, son Pablo Guillermo Angulo Briceño y Pedro Armentía López. El primero, porque tiene varios años de experiencia en el tema legislativo. El segundo, porque logró trazar algunas líneas políticas cuando fue funcionario estatal, en concreto secretario general de Gobierno.

Y sin duda, quien más estaría —pero dudo que lo haga— dispuesto a levantar la voz a favor de Campeche, es el exgobernador y presidente nacional del tricolor, Alejandro Moreno Cárdenas, pero tampoco tiene mucha amistad con Sansores San Román, y al parecer con ninguno de sus familiares o quienes llevan ese apellido.

Pero dadas las circunstancias de las últimas semanas, primero con los enfrentamientos entre la coalición Va por México y Morena por la revocación de mandato —el 10 de abril—, y posteriormente por las descalificaciones de Layda Elena Sansores contra Moreno Cárdenas, Angulo Briceño y Armentía López, a quienes llamó “traidores a la patria” por frenar y desechar la reforma eléctrica del presidente Andrés Manuel López Obrador —el día 17—, dudo que los priístas estén dispuestos no sólo a gestionar, sino siquiera a dialogar con la mandataria, aunque a decir verdad, los tres diputados se han mostrado respetuosos.

Y tal vez me equivoque, pero creo que en estos tiempos de mucha división y más necesidades, es muy importante tender puentes políticos y mantener buenas relaciones entre todos los partidos, sin importar ideologías y colores, que seguir reforzando la animadversión popular en contra de quienes ahora son oposición, como alguna vez el partido en el poder y sus militantes lo fueron. Eso no lo deben olvidar.

No obstante, lo que vemos a diario en nuestro Estado, es un llamado constante de los morenistas al odio —de algunos en específico— en contra de quienes no piensan igual que ellos. Acusan que en el pasado “los neoliberales y los conservadores” coartaban las libertades de los mexicanos, entre ellas la de expresión, pero ahora son los de Morena quienes insultan a quienes se expresan libremente. Y aún peor, ni siquiera permiten el libre albedrío.

Llaman traidores a quienes no comparten sus ideales políticos, lo que me hace pensar y concluir que son traidores por ideología o por pensar diferente. ¿Acaso los ahora morenistas, antes priístas, panistas, perredistas y de otros tantos partidos, no pensaban de otra forma? ¿En serio se cambiaron a Morena por sus “ideales”? ¿O están ahí para mantenerse en el poder y hacer negocios? ¿Para no perder lo que “construyeron” (negociaron) desde otro partido político?

Considero que tanto insulto y denostación no abona en nada, pues al final, como en toda sociedad, “todos necesitamos de todos”, tal como nos enseñaron desde los primeros años de la educación primaria. Incluso, los políticos saben que se necesitan entre ellos. Si no lo cree, veamos el caso del Partido Verde Ecologista de México (PVEM).

En el año 2000, se coaligó con el Partido Acción Nacional (PAN) para llevar a Vicente Fox Quesada a la Presidencia de la República. En el 2012, se alió al PRI para impulsar y hacer ganar a Enrique Peña Nieto la silla presidencial. Ahora es aliado de Morena —inteligentemente— en el Congreso de la Unión, pero tal vez en unos meses veamos de nuevo al PVEM unirse a la derecha, quizá a la coalición Va por México.

Quien se rumora que está por abandonar las filas de Movimiento Regeneración Nacional, es el presidente de la Junta de Coordinación Política (Jucopo) del Senado de la República, Ricardo Monreal Ávila, quien ha sido soslayado en los temas de importancia política de su partido y de la nación. Tal vez por eso, y al avizorar la debacle de su partido y de la izquierda en el país, es que ha defendido a la oposición por el linchamiento mediático en su contra, ante su negativa a la reforma eléctrica del Presidente.

Su cercanía con la derecha es palpable. Quizá pronto, como muchos expriístas y expanistas que se fueron a Morena, Monreal Ávila regrese al Revolucionario Institucional, partido en el que militó de 1975 a 1998, y esto sería otro duro golpe para los gobiernos Federal y Estatal.

Por ende, sería bueno que, por el bien de los campechanos y de los recursos federales que tanta falta le hacen a las arcas estatales, la gobernadora Sansores y los morenistas dejen de lanzar tantos improperios y diatribas a sus adversarios, o a quienes consideran que lo son. De nada sirve, si muchos de los que alguna vez la insultaron, incluso de manera personal, ahora son parte de su gente cercana.

Quizá con un poco de lo mucho que en su trayectoria política ha aprendido, y de la cual le reconozco y admiro, Layda Sansores podría comenzar la famosa “operación cicatriz” y llamar a la unidad por el bien de Campeche, pues ya estamos muy dañados económica y moralmente, pero además política e ideológicamente.

Nadie pide que sean amigos Alito, Pablito y Pedrito, de Pepito, doña María y Layda, sino que los legisladores y la gobernadora comiencen a trabajar en un frente común, no político ni ideológico o partidista, sino con miras a mejorar las gestiones y por ende las condiciones del pueblo campechano.

Es más, el presidente Andrés Manuel López Obrador llamó a los empresarios del sector energético a una mesa de diálogo, después de que la oposición le impidió avanzar en su reforma constitucional, misma que siempre fue rechazada por los que ahora son invitados a debatir.

Pero ese sueño —guajiro— del diálogo parece que en Campeche ya no se puede realizar, pues han sido demasiadas las ofensas por una parte, y el resentimiento por el otro. A lo más que podemos aspirar en esta tierra es a que concluya el 2022, y que en el 2023 llegue el nuevo presupuesto, del que también habrá que devolver gran parte pues no veo que la economía del Estado se mueva hacia ninguna parte, por ende, no habrá grandes ingresos, como sucedió en el 2021.

Como siempre, es el pueblo el que resentirá las medidas de austeridad, pues, aunque en el discurso del Gobierno dicen que las aplican, a los ojos de todos apreciamos que no es así, que siguen muchos funcionarios con gastos innecesarios, y que las dependencias gastan, pero no invierten. Y aunque debo aceptar que ese argumento no es nuevo, fueron los que ahora están en el poder quienes prometieron no hacer lo mismo que “los de antes”, pero lo hacen y en ocasiones peor.

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