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Jorge Gustavo Sansores Jarero

Incoherencias legislativas

Hay temas preponderantes como seguridad, educación, salud, empleo, atracción de inversiones y desarrollo económico, y deberían priorizar los legisladores del Congreso local, sin embargo, los minimizan para discutir cómo acabar con los concursos de belleza, propuesta presentada por el diputado local de Morena, Jorge Pérez Falconi.

Su idea, que supongo salió después de realizar análisis previo y valoración psicológica y social, derivó en su propuesta para reformar la Ley de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, en la que el Congreso del Estado buscaría prohibir los certámenes de belleza, elección de reinas, princesas u otras, así como la asignación de recursos, subsidios o apoyos por parte del Estado y los Municipios para tales casos.

Claro que estoy a favor —siempre lo he estado— de eliminar la violencia contra las mujeres, pero cuestiono si la propuesta acabará o disminuirá estas situaciones, y más en el mundo actual.

Según Pérez Falconi, el Estado no debe tolerar ni participar de forma directa o indirecta en la realización de eventos donde se sexualiza a la mujer. En ese caso, no sólo detendría las aportaciones de cualquier orden de Gobierno para la organización de esos eventos, sino que automáticamente cesarían los permisos para realizarlos en lugares públicos.

Pero el legislador local olvida o desconoce que, gracias a su propuesta, las y los diputados del grupo parlamentario de Morena también acabarían con tradiciones añejas, como la elección de reinas del Carnaval, de los Juegos Florales Universitarios, de los barrios de San Francisco y San Román, y los certámenes de Linda Campechana y Linda Campechanita, ni hablar de otros que la iniciativa privada, escuelas, agrupaciones sociales y hasta familias organizan.

Es decir, por un lado, busca eliminar lo que él llama “violencia simbólica” contra las mujeres, al tiempo que acaba con tradiciones añejas de nuestra entidad, y además coarta la libertad ciudadana de decidir. Jorge Pérez tendría que ir más a fondo, pues lo que propone no acabará con otros concursos, más personales, y en los que la competencia no usa pasarelas.

Las redes sociales se han convertido en un mundo de concursos de belleza sin jueces, pero con grandes premios. Mujeres y hombres las utilizan para mostrar sus atributos. Ahí también existe “violencia simbólica”, pues los cometarios en contra suelen ser más atroces que los vertidos en los concursos de pasarela, pero no hay autoridad que los vigile.

Por otro lado, existen las cirugías estéticas que funcionarios/as y legisladores/as conocen bien, que también crean competencia y violentan a las mujeres y hombres cuando son señalados por la sociedad, y aunque no concursen para saber a quién se ha sometido más veces al bisturí, a leguas se puede notar la competencia.

Cuando los ciudadanos salimos de paseo vemos y constatamos que, sin importar el sexo, los humanos intentamos vernos mejor. En el caso de las mujeres, con mi respeto y admiración, está científicamente comprobado que visten, maquillan, invierten en su persona y visitan ciertos lugares, no sólo para sentirse mejor y más seguras de sí mismas, sino aprovechan para estar por encima de otras, que indirectamente son sus competidoras.

Pérez Falconi tendrá que cambiar su estrategia. Deberá ampliar su propuesta y no sólo eliminar concursos de belleza, incluso tradicionales, sino que también deberá prohibir las cirugías estéticas, la vestimenta sensual, la aparición de hombres y mujeres enseñando el cuerpo en las redes sociales y claro, nos regresará unos 50 años en el tiempo.

Sería mejor que trabajara en promover la seguridad real de las mujeres, para evitar feminicidios y ataques que crecen y afectan a todos.

Que el diputado se preocupe porque en las escuelas haya apertura en temas sexuales, que pugne para tener mayor acceso a servicios de salud, mejores empleos y atracción de inversiones para que crezca la economía de Campeche, y que luego debata para eliminar concursos de belleza o pretenda regresarnos a los años 60 del siglo pasado.

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