Tribuna Campeche

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Lo que el Presidente quiso decir | La inmaculada percepción

Vianey Esquinca

Este viernes, Andrés Manuel López Obrador rindió su Quinto Informe de Gobierno, y como absolutamente los presidentes de todos los partidos políticos, repitió la dosis de presentar resultados “impresionantes, como nunca antes había sucedido”. Por supuesto, la autocrítica brilló por su ausencia y la diferencia del tabasqueño es que después de cinco años de gobernar, le sigue echando la culpa al pasado.
Pero entre lo que dijo el Presidente y lo que seguramente quiso decir, hay una gran diferencia. Por eso, esta columna hará un trabajo de interpretación.
Durante el Informe señaló: “La clave está en no permitir la corrupción… no se entrega dinero a manos llenas a líderes de organizaciones sociales o a pseudolíderes de organizaciones sociales o de la llamada sociedad civil; no se otorgan contratos leoninos a traficantes de influencias”; lo que se le quedó en el tintero fue:
“La clave está en no permitir la corrupción, salvo que sea de la gente más cercana, incluso de mi familia. Además, los contratos ya no se licitan, sino que se adjudican de manera directa a proveedores consentidos de mi Gobierno. Tan sólo el primer semestre del año, 73% de adjudicaciones de bienes y servicios se hicieron sin concurso ¡y vamos por más!”.
También señaló: “Tanto la información dada a conocer por el Inegi, como la del Coneval coinciden en que de 2018 a 2022, la reducción de la tasa de pobreza fue de 5.6%, al pasar de 41.9 a 36.3”, le faltó añadir:
“También de acuerdo con el Coneval, 30 millones de personas en México dejaron de tener acceso a servicios de salud, son menos pobres, pero condenados a tener que destinar recursos en consultas privadas y medicamentos, pero no se puede tener todo en la vida. Eso se llama ambición, y es propio de los neoliberales y conservadores”.
Hablando de salud, dijo: “Vamos a garantizar el derecho a la salud a todos los mexicanos, porque no puede ser la salud un privilegio, es un derecho de todos los mexicanos, es un derecho humano que vamos a cumplir”, en sus apuntes se le quedó:
“Sí, ya sé que llevo varios años prometiendo que tendríamos un sistema de salud como el de Dinamarca, pero yo me refería a la calle que está en Cuautitlán Izcalli en el Estado de México”.
López Obrador también leyó: “En materia de seguridad pública está funcionando bien nuestra estrategia de atender las causas de la violencia, aplicando el principio de que la paz es fruto de la justicia. Los delitos del fuero federal se han reducido en 24%; el homicidio, en 17%”, por supuesto le faltó decir:
“Si mi Gobierno ha roto todos los récords históricos, llegando a tener más de 164 mil homicidios, podríamos haber tenido 17% más, así que no se quejen y agradezcan los guiños y abrazos a los maleantes”.
Lo que de plano el Ejecutivo no abordó —seguramente porque ya no le dio tiempo— es que su Gobierno, como ninguno otro, ha sido disciplinado y constante en pasarse la leyes mexicanas por el arco del triunfo; también que durante cinco años ha logrado la polarización y la división entre mexicanos, haciendo un daño que tardará mucho tiempo en sanar; por supuesto que ha ocupado las instituciones públicas para atacar a sus enemigos y detractores y está dispuesto a seguirlo haciendo con tal de mantener el poder.
Tampoco se le escuchó mencionar que ha traicionado los valores que tenía cuando era la oposición de intervenir en los procesos electorales.
Este Quinto Informe de Gobierno también significa que ya falta menos para que acabe su Gobierno, casi 13 meses más y ya. Aunque probablemente y si llegara a ganar Morena, estará seis años haciéndole sombra al mandatario/a emanado/a de su partido, definitivamente no será lo mismo.

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