Tribuna Campeche

Diario Independiente

La voz de los que no tienen voz: Insensibles profesionales de Dios

Pbro. Victoriano Durán Muñoz

San Lucas, nos presenta en el capítulo 10, versículos 29 al 37, la parábola de “El buen samaritano”. En ella aparecen dos “oscuros personajes”, seguidos de un luminoso bienhechor anónimo, en cuyas 10 acciones nos detendremos en una siguiente nota.
“El sacerdote y el levita”. Ambos hacen lo mismo: ven al hombre golpeado y herido y se pasan de largo.
¿Tú crees, amigo lector, amiga lectora, que Jesús menciona al sacerdote y al levita así nomás porque “se le chispoteó”? No, claro que no. ¡Tenía toda la intención de retratar a los “profesionales de Dios! Ambos tenían, sin duda, plena justificación para no detener su rápido caminar: iban a servir a Dios, en el templo, en el culto… ¡Ese hombre les estorbaba!
¿No nos estará pasando hoy lo mismo? ¡El “teporocho del portal de Catedral” nos lo está gritando! Son tantas nuestras ocupaciones y preocupaciones por el culto litúrgico, que “no nos queda tiempo” para nadie más.
Es por eso que ponemos las siguientes frases para meditar:

  1. Maldito el día en que la Iglesia, por contar sus “denarios” dejó de contar sus ovejas.
  2. Maldito y mil veces maldito el día en que la Iglesia, por ponerse a “recoger” se olvidó de “repartir”. Dejó de repartir justo cuando se ocupó en recaudar.
  3. Maldito el día en los obreros del Reino de Dios, por preocuparse por la “añadidura” (las casas, las cosas y los dineros), se les olvidó el mismo Reino que empezaron anunciando.
  4. Maldito el día en que la Iglesia le puso un “precio” a sus servicios, con el pretexto de que los fieles ya “no fueron generosos”.
  5. Bendito el día en que la Iglesia vuelva a confiar más en su Señor, pobre y humilde de corazón, que en su cuentas bancarias.
  6. Bendito y mil veces bendito, el pastor que no condiciona sus servicios, ni al pago de su sueldo ni a la aportación de sus ovejas.
  7. Bendito, y mil veces bendito, el pastor que, al igual que Jesús, no tiene otra riqueza que el mismo “Evangelio”.
  8. Bendito, bendito y eternamente bendito sea el sacerdote, diácono o laico que detiene su agitado andar, por atender las necesidades del prójimo… ¡Hasta la próxima!

NOTA: Para quienes han preguntado, vivo en Mariano Escobedo # 5, barrio de San Francisco. Ahí pueden dejar algún recado escrito o llamar al 331 145 3950. Y muchas gracias a quienes han llamado ya. Dios los bendiga mucho y siempre.

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