Tribuna Campeche

Diario Independiente

Voz de los que no tienen voz: Santos, muertos y brujos

Presbítero Victoriano Durán Muñoz

Tenemos dos celebraciones litúrgicas seguidas, pletóricas de contenido salvífico: la Solemnidad de Todos los Santos y la memoria de Todos los Fieles Difuntos.

  1. Todos los Santos. Por sobre todas las cosas, la Iglesia, santa por su fundador, santa por su alma, que es el Espíritu Santo mismo, santa por los medios que administra: la Palabra de Dios, los sacramentos y las acciones pastorales, se contempla a sí misma en todas y todos aquellos hermanos nuestros que ya “alcanzaron la meta”: hablamos de la Iglesia triunfante. El primero de noviembre vivimos más plenamente en comunión con la gran familia de los santos. Y hay que celebrarlos de todas las formas posibles. De preferencia, asistiendo a la santa eucaristía y recibiéndola con gratitud y humildad.
  2. Los Fieles Difuntos. El siguiente día, la Iglesia vuelve su mirada compasiva y solidaria hacia todas y todos los hermanos nuestros que ya han partido de entre nosotros.
    Y el pueblo lo hace de tantas formas: altares de muertos, con las fotografías de los seres queridos que han pasado por la “mudanza” que algunos llaman muerte… La comida y las bebidas que se les ponen, de ninguna manera son consumidos por ellos, que ya no requieren de alimento alguno. Sirven para expresarles nuestros sentimientos y buenos recuerdos. Nada más.
    Pero lo mejor y más provechoso es ofrecer “sufragios” en favor de ellos: la santa Eucaristía, el santo rosario, ayunos, sacrificios personales, mortificaciones voluntarias y mil cosas más. Esto les ayuda a purificarse y así poder pasar a contemplar la gloria de Dios por toda la eternidad.
  3. ¿Y qué onda con las brujas y los demonios? Estas corrientes se nos han ido infiltrando en el tejido social. Es impropio de un fiel cristiano darle cabida a esas costumbres extranjeras, “incompatibles” con la sana doctrina. Esas prácticas, lejos de acercarnos a la salvación, nos alejan y nos hacen pecar contra la fe. Seamos cuidadosos y sepamos discernir entre el bien y el mal, para rechazar el mal y aplicarnos al bien.
    Hasta la próxima.

Comunicación al 331 145 3950: llamada o mensaje de texto, por favor.

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