Tribuna Campeche

Diario Independiente

Oferta política y gobierno | El triple reto del FAM

Francisco Valdés Ugalde

Tiene una candidata presidencial, cuenta con tres partidos políticos y ofrece un rostro creíble para convertirse en alternativa a la coalición en el poder, por más que esta se empeñe en opacarla. A pesar de todos los errores y defectos —que los tienen todos y el que gobierna en mayor grado—, los partidos del Frente Amplio por México son los partidos de la transición democrática de México que hizo posible la salida de nuestro país del sistema presidencialista de partido hegemónico. Precisamente la salida de aquello a lo que nos quieren regresar AMLO y Morena.
Las credenciales ganadas por haber sacado al país de ese sistema político solamente pueden acreditarse nuevamente si se ofrece un programa que reúna tres condiciones: superarse a sí mismos, rebasar a Morena y convencer de ser alternativa por partida doble: oferta política y gobierno de coalición.

  1. Más allá de sí mismos. El país entero reconoce, de una o de otra manera, que los gobiernos de 2000 a 2018 incurrieron en muchos errores que opacaron ante la opinión pública sus aciertos, que no fueron pocos. Entre ellos iniciar una etapa de gobernabilidad democrática nunca experimentada y con estabilidad política, disminuir la extrema pobreza, y reducir la desigualdad (poco) y mantener la inserción en el hoy T-MEC con buenos rendimientos para el país. No obstante, la pérdida alarmante de la seguridad, la persistencia de una gran masa de población estancada en términos de movilidad social ascendente y la incapacidad o negligencia para remover los obstáculos opresivos que el viejo sistema dejó sin tocar sustancialmente, como los graves faltantes sistémicos en materia de justicia y corrupción. Enfrentar estos retos con propuestas electorales serias (creíbles gracias al prestigio de Xóchitl y de las organizaciones de la sociedad civil) implicaría para los partidos que mirarse en el espejo y reconocer su reflejo no es un suicidio político, sino un arte que solamente pueden practicar quienes se comprometen con la alta política democrática. Este paso es indispensable, aunque a muchos parece improbable. Ya el proceso de selección de la “persona que encabeza” el FAM es en sí una ruptura con el pasado. Aunque tibiamente, con ella, los tres partidos del frente aceptaron una suerte de primarias, instancia que deberá profundizarse en el futuro y convertirse en regla. Hay muchas más lacras por romper: complacencia con la corrupción, subsistencia de sistemas de injusticia, la falta de inclusión del ciudadano medio en las decisiones, por mencionar algunas.
  2. Más allá de Morena. La devastación institucional a manos de AMLO debiera ser motivo para ofrecer una reconstrucción de la administración pública. Primero que nada, sostener la democracia porque es el único medio genuino de progreso y justicia social. Segundo, rearmar una administración que ha sido dañada en sus formas más avanzadas: la rendición de cuentas por delante; el servicio eficiente, profesional y despersonalizado; la provisión efectiva de bienes públicos que se han desplomado por debajo del suelo como salud, educación y pobreza cero. Morena levantó esperanzas que han sido traicionadas al convertirlas en la forma actual de la servidumbre: el clientelismo electoral, pero aún hay quienes creen que es un movimiento que conduce a la transformación progresista del país. Nada más falso. ¿Acaso no puede la oposición ofrecer más y mejor? El programa que ahora es borrador será definitorio.
  3. Juntos Haremos Historia es una coalición patética colgada de un caudillo tan anacrónico como quienes lo siguen. Una verdadera bufonada escenificada por un partido apabullante y dos peleles. Proponer un verdadero gobierno de coalición por primera vez en la historia de México implica comenzar por decir en qué consistirán los mecanismos para organizarlo y por qué es preferible un proyecto consensuado de tres partidos históricos que supere a esa “falla” histórica autollamada 4T, que no es más que un gobierno de derecha apoyado por izquierdistas radicales que simbolizan eminentemente un final de época sin anunciar nada nuevo. El FAM puede ofrecer un futuro mejor. ¿Estará a la altura?

(*) Investigador del IIS-UNAM. @pacovaldesu

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