Tribuna Campeche

Diario Independiente

De política… y cosas peores | Xóchitl es la esperanza

Catón

En el Ensalivadero, solitario lugar de oscuridad propicia a los desfogues de pasión de los enamorados en trance de ardimiento, el vehemente galán le dijo con arrobo a su dulcinea: “¡No encuentro palabras, Loretela, para expresarte el amor que llevo por ti en mi corazón!”. Respondió ella: “Y ahí donde tienes metida la mano menos las vas a encontrar”… Al oficiar la misa de bodas el sacerdote le preguntó al novio: “¿Prometes amar a tu esposa en lo próspero y en lo adverso hasta el último día de tu vida; serle fiel hasta que la muerte los separe.?”. “Por favor, padre —lo interrumpió la novia, preocupada—. No me lo asuste”… Don Clorilio bebió un centilitro de las miríficas aguas de Saltillo, de modo que cobró inusitado fuego erótico de vigoroso másculo. Le hizo el amor a su mujer con exaltada fuerza de verraco o semental. No sólo eso: las taumaturgas linfas saltilleras le dieron ímpetus para asegundar la acción, así que con jactancia de presuntuoso macho le preguntó a la doña: “¿Quieres otro?”. “Sí —respondió ella—. Pero ninguno de los que conozco puede venir sin previo aviso”… El escándalo habido en Coahuila con motivo de la salida a la luz del pacto hecho en la oscuridad por el PRI y el PAN no debe perjudicar, ni perjudicará, a Xóchitl Gálvez, cuya presencia en la contienda presidencial no surge de esos partidos, y de ningún otro, sino de millones de ciudadanos hartos de los desmanes de AMLO. Esos mexicanos conscientes ven en la aguerrida Xóchitl la esperanza de evitar que se instaure en México un maximato encabezado por López Obrador, con Claudia Sheinbaum como presidenta en la forma, no en el fondo, o sea presidenta de mentirijillas, sin más mando que el del demagógico bastón, también de mentiritas. Tempestad en un vaso de agua —turbia— será el de ese pleito entre panistas y priistas, pero que lamentablemente fortalecerá a Morena en lo local y dará armas a la 4T en lo nacional. El zipizape entre las cúpulas tricolores y blanquiazules muestra que hay aves que cruzan el pantano y sí se manchan, pero aun así no disminuirá las posibilidades, representadas por Xóchitl Gálvez, de luchar contra la perpetuación de López en el poder. Si es verdad eso del empoderamiento de la mujer, el despótico caudillo de la 4T debe irse a su rancho, ya por obra de Claudia, la candidata de Morena y de sus partidejos mercancía, ya por el triunfo de Xóchitl, candidata no del PAN ni del PRI, sino de los mexicanos libres… Imaginemos la escena. La chica muestra un próspero embarazo de 8 meses. El causante de su estado de buena esperanza está frente a ella, una rodilla en tierra. Atrás de él se encuentra el papá de la muchacha apuntándole al arrodillado galán con una escopeta belga de dos cañones. La futura madre le dice, ruborosa, al trémulo solicitante: “No sé qué contestarte, Leovigildo. Me lo pides tan de repente”… Pirulina, que a ningún sediento negaba nunca un vaso de agua, fue a confesarse con el padre Arsilio: “Acúsome, padre, de que he tenido sexo con Sinesio, Flérido, Ataulfo, Nimrod, Gerásimo, Velino, Caraquelo, Selén, Epaminondas, Fanio, Trasmeno, Auterpo, Marno y Patané. Todos ellos en esta semana”. El buen sacerdote hizo mentalmente la cuenta y sacó que eran dos por día. Contristado le preguntó a Pirulina: “Pero, hija: ¿qué ganas acostándote con tantos hombres?”. “Señor cura —replicó la generosa chica—. No lo hago con afán de lucro”. (Nota: Lo hacía, según rezaba el lema latino de la Metro-Goldwyn-Mayer, Ars gratia artis, o sea por puro amor al arte). FIN.

Mirador

Armando Fuentes Aguirre

Yo no amo al mar.
Le temo.
Hombre de tierra adentro soy, y todo lo marino me es ajeno. Sé bien que del mar vengo, igual que todas las criaturas. El mar fue el laboratorio de Dios. Pero cuando me acerco a esa inmensa cuna siento el temor de un niño que se viera frente a un ataúd.
Lo mío es la montaña. En sus alturas está mi vocación. No me asustan sus repentinas cóleras, sus rayos, sus truenos y relámpagos. He subido a sus cumbres y ahí he tocado el cielo; he ido por el Camino de Santiago y han sido mías las constelaciones. No desconozco las historias del mar, ni sus leyendas. Por sus profundidades va mi Moby Dick; más de dos años he pasado al pie del mástil leyendo los libros marineros. Pero la inmensidad del piélago es demasiado grande para mí, hombre pequeño, y los muertos que el océano guarda se alzan frente a mí como fantasmas.
El mar es bello; aterradoramente bello. Cuando estoy junto a él me llama con sus olas. Temo oír su llamado. Iré hacia la montaña y me esconderé peñas arriba para escapar de ese hermoso, eterno monstruo.

¡Hasta mañana!…

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