Deambulaba por Palacio Real un espécimen desterrado del reino del Cacao y la Banana, que vivía de su zalamería para con los gobernantes, a quienes adulaba y llenaba de elogios a fin de que le arrojaran un mendrugo de pan para saciar su hambre.
Haragán y mantenido por su madre y sus hermanos, fue expulsado de su tierra natal por su tendencia antinatura de acosar a los de su mismo sexo. Cometió el gravísimo error de intentar satisfacer sus desviados gustos con menores de edad, y los padres de esos morros, cuando lo descubrieron, estuvieron a punto de lincharlo.
El zalamero y desviado sujeto se refugió como sirviente en la Mansión Blanca del Sátrapa Negro, en donde lo utilizaban como espía de los enemigos políticos de esa secta y lo disfrazaron de informador oficial, para recabar todos los datos que tuviera a la mano y que les pudieran servir para sus aviesos intereses.
Fue gracias a ese oficio que tuvo acceso a la clase gobernante, e hipócrita, desleal y traidor como ha sido toda su vida, ofreció sus servicios, a quienes llenaba de lisonjas para llevar el sustento a su hogar.
Virabuche, como se dice en el reino de la Culebra y la Garrapata a los de doble cara, condición y de gustos diferentes, el espécimen foráneo de manos caídas y tafanario suelto, lo mismo halagaba con sus lisonjas baratas a los huéspedes de la mansión blanca del Sátrapa Negro, que a la clase gobernante. Cosechaba de ambas alforjas y a los dos bandos les juraba lealtad.
Para “guardar” las apariencias, el desviado espécimen originario del reino del Cacao y la Banana, decidió contraer matrimonio y simular que tenía un hogar feliz. Hizo de la extorsión y la amenaza la base fundamental para la construcción de su vivienda, aunque gran parte de lo que recaudaba, lo utilizaba para pagar los servicios de los mancebos a los que era compulsivamente adicto.
Se cuenta que fue en uno de esos apasionados y pervertidos encuentros cuando fue descubierto por una de sus descendientes, quien asqueada, frustrada y desilusionada, tomó la más drástica decisión que pueda asumir un ser humano.
Pero carente de principios y valores, el afeminado sirviente de la Tía Corrupta hizo negocio con su luto y se embolsó una buena cantidad por las condolencias que recibió y las que por otro lado exigió, fiel a su conducta chantajista.
Fue por este sentimiento lastimero que el afeminado descendiente del reino de la Banana y el Cacao pudo regresar al seno de la familia del Sátrapa Negro, e integrarse al grupo que estaba a punto de asumir el poder y en donde le darían un papel de lacayo y de bufón, que aceptó gustoso, para mantener su tren de vida y disponer del suficiente numerario para pagar el servicio de sus mancebos…
(Continúa…)
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