Tribuna Campeche

Diario Independiente

La jefa de los mapaches

Durante muchos años, la Tía Rata hizo de la lucha por la democracia su discurso de vida. Quién diría que años después, y una vez que al fin alcanzó la cima del poder, sus principios se trastocarían y se modificarían radicalmente. Demostró su verdadero talante.

Corría el año 1997, y en el reino de la Culebra y la Garrapata se vivió una de las jornadas electorales más disputadas de que se tuviera memoria.

Hasta antes de esa fecha, el partido oficialista tricolor ganaba los comicios sin problema alguno y hasta se daba el lujo de regalarle a sus opositores espacios legislativos para que se simulara que vivíamos en un Estado democrático.

En 1997 se vivió en esta comarca una elección muy disputada. El abanderado por el partido tricolor apenas pudo ganarle  a la hija del Sátrapa Negro, quien recurrió a los colores del Sol Azteca para registrarse y competir.

No aceptó los resultados, y desde el momento mismo del cómputo de votos empezó a pregonar que le habían cometido fraude. Encabezó marchas de protesta para exigir la anulación de los resultados oficiales y convocar a nueva elección. Los soldados del reino se ensañaron con ella y con su gente inconforme en al menos dos ocasiones, con saldo de varios heridos.

Había gente que luchaba por la democracia, que quería un cambio en el régimen gubernamental, y que encontraron en la hija del cacique a su lideresa para comandar esas batallas.

La lucha por la anulación de las elecciones se prolongó por nueve meses. En la Plaza Principal se instaló el campamento de la resistencia ciudadana y todos los días hacían marchas por calles y avenidas para plantarse después en edificios públicos, donde condenaban el fraude electoral.

Luchadores sociales de varias partes del reino se sumaron al movimiento. Anhelaban un cambio real, soñaban con un régimen en donde realmente se respetara la voluntad ciudadana, en donde los gobernantes no metieran las manos a favor de sus partidos o de sus candidatos, sino que le dieran absoluta libertad a los votantes para optar por el mejor candidato, con el de mejores propuestas o de mejor trayectoria.

Este parteaguas en la historia del reino de la Culebra y la Garrapata había arrojado también para los nativos a una nueva lideresa que los encabezara para sus luchas posteriores, y es así como empezaron a creer en ella, sin imaginarse que apenas unos meses después serían traicionados vilmente, primero para que se levantara el campamento de la resistencia ciudadana y después, para que su pseudolideresa utilizara a su gente solamente para escalar otras posiciones políticas…

(Continúa).

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