Tribuna Campeche

Diario Independiente

EXPEDIENTE | COMPLETAMENTE DESQUICIADA

A lo mejor por la edad, que propicia la pérdida natural de neuronas y la capacidad de análisis, o tal vez por soberbia, orgullo y prepotencia, o quizá también por la mala asesoría de sus colaboradores, cada vez que la gobernadora Layda Elena abre la boca para referirse al conflicto con los policías, le echa más gasolina al fuego, y provoca que el repudio generalizado hacia su Gobierno, su persona y su partido, se agudicen.

Es irracional suponer que la masiva movilización ciudadana en contra de su Gobierno la ha fortalecido, como dementemente dijo en su pasado programa del “Martes del Jaguar”, o que el respaldo presidencial hacia su persona haya sido bien recibido por los campechanos. La realidad es que el efecto le resultó contraproducente y hasta quienes aún creían en López Obrador terminaron decepcionados.

Que sus asesores le digan que la “campaña de los medios nacionales y locales en su contra, se debe a que ella es la principal defensora de López Obrador” no ayuda en nada a que la avejentada señora recupere la cordura y la sensatez. Por el contrario, le afianzan su locura, tozudez y sordera para escuchar el reclamo del pueblo. 

Es cierto, lambiscones como Esteban Rebolledo Hinojosa, (cuya familia fue abierta y totalmente antilopezobradorista durante las campañas antes de la victoria en las elecciones de 2018), reciben onerosas compensaciones pecuniarias por seguirle la corriente a las locuras de la mandataria, pero en lugar de abonar a solucionar el problema lo complican, con lo que los Rebolledo Hinojosa sacan al verdadero panismo que llevan adentro, y coadyuvan a que el proyecto de la 4T siga en el camino al despeñadero.

El pasado martes, durante la emisión del programa de marras, la gobernadora Sansores demostró una vez más que su equilibrio mental desde hace tiempo colapsó. Su tergiversada manera de presentar los sucesos acontecidos en el penal de San Francisco Kobén, para a toda costa minimizar los daños provocados contra los policías, sólo busca reducirlas posibles sanciones contra su amada Marcela.

Decir que no hubo lesionados, ni heridos, y tampoco agresiones sexuales contra las mujeres policías, sino sólo algunos golpeados “y cuando mucho un dedo con fisura”, desmiente las versiones de la Comisión de Derechos Humanos de Campeche, que contabilizó uno a uno a los lesionados, dialogó con ellos, les canalizó ayuda psicológica y veló porque sean atendidos (as) hasta que les dieron de alta. Es decir, tuvieron información de campo, de primera mano.

Lo interesante y real es que los campechanos no le creen. Basta con leer los comentarios en las publicaciones de las redes sociales, para medir el grado de indignación y repudio popular, que cada día se incrementan en contra de Sansores San Román, sus foráneos, sus asesores y su querida Marcela.

Debe destacarse el hecho de que luego de que fracasaron los intentos de Layda Sansores de politizar la rebelión de los uniformados, de que “no pegó” el chisme de que había “mano negra” de politiqueros del PRI y de MOCI detrás del conflicto, ahora intenta hacer creer que el narcotráfico tiene intereses en que se vaya Marcela.

Layda acusa a un muerto, que ya no puede defenderse, de haber sido detenido con varias dosis de fentanilo. Lo vincula —como ya es costumbre— con Eliseo, y sin aportar pruebas afirma que es otra de las causas del “odio a Marcela”. Lo que no dice la inepta, corrupta y mentirosa mandataria es porqué su Fiscalía soltó al Mono, supuestamente detenido con esas drogas, y no lo turnó a las instancias federales.

A los pocos días lo desaparecieron para que no pueda hablar y lo vincularon con el odiado Elito, para ahora involucrar al candidato por MOCI al Senado de la República de tener nexos con narcotraficantes. ¿A poco no está enferma la gobernadora?

Toda una trama telenovelera, muy propia del cerebro dilatado, retorcido e intoxicado del sobrino Seso Loco, pero de nula credibilidad. Las dosis de fentanilo o lo que sea que supuestamente le sembraron, se las pudieron haber colocado al Mono los esbirros de la guanajuatense, de igual manera como ellos mismos atentaron contra Jamile, con tal de aniquilar políticamente a Eliseo, quien cada día se reafirma como el verdadero Talón de Aquiles de esta Administración Estatal.

En suma. Layda Sansores sigue empantanada en el conflicto. Su senilidad no le deja ver la realidad. Su apasionado amor por Marcela le nubla la visión de las cosas, le impide corregir sus yerros y enmendar el rumbo. Bien dicen que changa vieja no aprende maroma nueva.

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