En aguas de Puerto Progreso se detectó un inusual arribo de medusas, consecuencia de una tormenta registrada en el Golfo de México, sin que hasta el momento se tenga el reporte de personas lesionadas a consecuencia de la toxina que este animal marino genera.
Ante tal fenómeno natural, se prevé un operativo del personal de Ayuntamiento así como de la Armada, además de la participación de especialistas del Centro de Estudios Tecnológicos del Mar (Cetmar) número 17 así de la Unidad Mérida del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav).
El secretario de Desarrollo Urbano y Medio Ambiente (Seduma), Eduardo Batllori Sampedro, consideró este acontecimiento como inusual, y el primero reportado en marzo de 2010, cuando fueron al menos 15 las personas afectadas.
Recomendó a los bañistas a abstenerse a ingresar al mar, ya que tendrían problemas neurotóxicos, y que en algunos casos, puede ser mortal.
Mencionó que estos animales marinos recalan a costas yucatecas cuando un fuerte norte los empuja, pero en esta ocasión no se ha registrado el impacto de un frente frío.
Sin embargo, en esta ocasión, fue una zona de inestabilidad que en esta semana se registró frente a costas de Tamaulipas, la cual tuvo un potencial ciclónico del 10 por ciento.
Explicó que las medusas tienen un aspecto gelatinoso y transparente que en ocasiones las hace invisibles a simple vista. Llegan a medir desde 15 milímetros hasta cuatro metros de diámetro, las cuales hacen sufrir de toxicidad en la piel humana, por lo que lo mejor es evitar el contacto.
Resaltó la importancia de mantenerse alejados de estos animales marinos, ya que “las células que hay en sus filamentos son las que inyectan la toxina”, la cual puede causar la muerta a personas débiles, susceptible o que padezcan alguna enfermedad que se pudiera complicar.
“Hay que evitar todo contacto con las medusas, ya que generan problemas neurotóxicos”, subrayó el funcionario, quien aseveró que el contacto con la piel, estos animales marinos pueden generar dolor, ardor, inflamación, enrojecimiento o laceraciones que incluso pueden causar sangrado.
Incluso, en ocasiones cuando el contacto es mayor, genera en las personas fiebre, calambres, mareos, debilidad, náuseas, vómito, diarrea o dificultad para respirar y hasta parálisis.
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