Hay quienes aseguran que los días de Jezrael Larracilla Pérez como secretario de Finanzas y Administración del Gobierno del Estado están contados con los dedos. Sus contantes metidas de pata, sus choques con otros integrantes del gabinete y su evidente desconocimiento del manejo real que se le da al presupuesto estatal, confirman que su estancia en esa estratégica posición está de más. Sale sobrando.
Los que están enterados de los tejemanejes en la Secretaría de Finanzas sostienen que en realidad él nunca ha llevado la batuta. Que quien lleva todo el control es el subsecretario de Finanzas y Administración, el transexual activo Luis Ángel Hernández García, en contra de quien abundan las quejas por maltrato contra el personal, por sus desplantes de diva, sus gastos exquisitos y la retahila de jóvenes recomendados que ha traído de la Ciudad de México para cobrar altos emolumentos en Campeche, en calidad de aviadores y mancebos.
Conocido en las redes sociales por sus extravagantes vestimentas, con las que acude inclusive a los eventos oficiales, Luis Ángel Hernández García no oculta en público su supremacía para con Jezrrael, quien manifiesta siempre una actitud timorata, apocada y sumisa, que confirman su falta de carácter para manejar esa dependencia.
Quien también mantiene influencia en la Secretaría de Finanzas, pero no puede aparecer públicamente por razones obvias, es América Azar Pérez, extesorera en tiempos de Rafael Alejandro “Alito” Moreno Cárdenas, esposa de Gerardo Sánchez Sansores, mejor conocido como Seso Loco, y por tanto, sobrina política de la gobernadora Layda Elena Sansores San Román. Ella está necesariamente involucrada en los desvíos que le atribuyen a Alito, que si pisa la cárcel, seguramente la tendrá como compañera.
De Larracilla hay que decir de entrada, que no es experto en el tema financiero. Es licenciado en derecho, y su trayectoria profesional se limita a haber sido coordinador de asesores de Layda Sansores cuando ésta fungió como alcaldesa de la Alcaldía Álvaro Obregón, y como secretario particular (léase cargamaletas), en su última fase como senadora. O sea, ha sido siempre fiel sirviente de la octogenaria corrupta. Larracilla ha sido siempre su lazarillo.
La más reciente torpeza del aún titular de la Seafi fue haber cuestionado el proyecto de los semáforos inteligentes que impulsa la “consentida” del gabinete, la guanajuatense Marcela Muñoz Martínez. Admitió públicamente que desconoce detalles clave sobre la licitación para la implementación de ese nuevo sistema y hasta dijo desconocer qué empresa lo ejecuta. En cuanto al costo, lo estimó entre 80 y 100 millones de pesos.
Más tardó la gobernadora Sansores en teñir su canas con tinte guinda, que la respuesta del encargado del despacho de la Secretaría de Desarrollo Urbano, Movilidad y Obras Públicas, Bernhard Rehn, quien lo evidenció como un perfecto ignorante, pues precisó que el costo de la instalación de los semáforos inteligentes será de 59.3 millones.
Detalló que la empresa que ganó la licitación fue Integral, de la Ciudad de México, que los trabajos iniciaron el 12 de diciembre de 2024, que trabajarán tres meses y que la fecha de conclusión será en marzo.
Según Bernhard, la inversión contempla instalación de cámaras, dispositivos, cambio de postes, construcción de un crucero nuevo y un sistema de inteligencia artificial diseñado para optimizar el tránsito vehicular de manera más eficiente y económica.
Este sistema, añadió, será gestionado desde el C5, y su control recaerá completamente en la Secretaría de Protección y Seguridad Ciudadana (SPSC), dirigida por la guanajuatense Marcela Muñoz Martínez. Y es aquí, en este punto, en donde Larracilla entendió el porqué no le permitieron conocer tantos detalles del proyecto. Es uno más de los negocios de la “consentida”, y quien se mete con ella pierde la cabeza.
Basta revisar la experiencia previa de la constructora “Integral”, experta, según su página con sólo 10 seguidores, en la colocación de portones automáticos, para entender que se trata de un negocio en donde Marcelita ya controla todo, y no tendrá que repartir mochada. ¿Qué tiempo de vida tendrán los semáforos automáticos? Probablemente menos que las escaleras eléctricas de la Alcaldía Álvaro Obregón de la Ciudad de México. Aunque claro, a ellas no les importa que funcionen, sino que puedan llevarse la maleta de dinero con total impunidad.
Así, puede confirmarse con este ejemplo, el desgarriate que hay en el gabinete de la inepta e ineficiente Layda Sansores San Román, lo que explica a su vez la falta total de resultados en esta Administración. Con una secretaria de Gobierno, Liza Hernández, entretenida en su precampaña por la Alcaldía de Campeche, y el de Desarrollo Económico, Jorge Luis Lavalle Maury, enredado en su proceso judicial, que lo obliga a viajar quincenalmente a la Ciudad de México a firmar en los juzgados, y a quien ahora le dieron la responsabilidad de coordinar la construcción de cuatro mil casas de interés social en esta capital, por lo que sus parientes ya se frotan las manos por los jugosos negocios que se avecinan.
Lo dicho: el gabinete anda de cabeza, mientras la gobernadora anda siempre de paseo.
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