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Dorothea, dulce abuela que mató a huéspedes

“La Casa de la Muerte”, donde acabó a víctimas

ESTADOS UNIDOS (El Universal).— Bien dicen por ahí que “las apariencias engañan”, y así fue como Dorothea Puente ocultó una serie de crímenes que la llevaron a convertirse en una asesina serial, quizá de las más brutales que se hayan registrado en Estados Unidos.
Dorothea Helen Grey nació un nueve de enero de 1929 en Redlands. Era la sexta hija de una familia que atravesaba grandes problemas: su padre padecía tuberculosis, y falleció a causa de ello, mientras que su madre era bebedora. Prácticamente fue criada por sus hermanos mayores.
Un suceso trágico le cambió la vida, pues su mamá, Trudy Mae Yates, perdió la vida en un accidente en moto y quedó huérfana. A los nueve años llegó a un orfanato, donde fue víctima de abuso sexual, según datos de El Clarín.

PLAN SINIESTRO

Los asesinatos de Dorothea Puente fueron cometidos en la década de los 70 y 80, cuando abrió una pensión para adultos mayores a la cual se le bautizó como “La Casa de la Muerte”.
Dorothea los recibía con un servicio ejemplar, incluso su amiga Ruth Monroe se alojó ahí, hasta que falleció envenenada por un té de menta. Con su talento para mentir logró que las autoridades clasificaran la muerte como suicidio.

Los asesinatos de Dorothea Puente fueron cometidos en la década de los 70 y 80.

En total, Dorothea Puente fue acusada de 34 delitos de fraude y la mayoría de las veces conseguía negociar con las autoridades y es que, después de todo, nadie podía resistirse a su fachada angelical.
En cuanto a “La Casa de la Muerte”, estafaba a los huéspedes, hacía que pusieran cheques a su nombre y los dopaba para robar sus pertenencias. Algunas de sus víctimas fueron:
Dorothy Miller, de 64 años, encontrada sin vida con los brazos pegados al pecho con cinta adhesiva; Betty Palmer, de 78, degollada; Leona Carpenter, misma edad, agonizó en el sofá; James Gallop, de 62, y Vera Faye Martin, de 64 años asesinados sin piedad.
La abuelita siempre fue muy envidiosa de su jardín, no dejaba que nadie se acercara y con justa razón, pues ahí mismo enterraba los cuerpos de los inquilinos. Pero en 1998 los vecinos se comenzaron a quejar de un fuerte hedor que provenía de la casa.
Tras las quejas, la policía acudió al inmueble y no encontró nada sospechoso. No fue hasta que un mismo huésped aseguró que vio a Puente ocultando algo en la tierra y entonces comenzó el fin.
El oficial John Cabrera visitó la residencia y en el césped encontró una “rama” que no era más que un hueso humano, o bien, la pierna de Leona Carpenter. En total hallaron siete cadáveres y retazos de tela, refiere El Clarín.
Puente quedó en shock y salió por un café, aunque en realidad se dio a la fuga. La asesina serial fue buscada por todo Sacramento, esta vez sí fue detenida y llevada ante la Corte.

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