Ernesto Castillo Rosado
Fue necesario que pasara una masacre como la de Salvatierra para que el columnista Jorge Zepeda Patterson finalmente aceptara lo evidente, que la estrategia de seguridad de este Gobierno ha resultado ser un completo fracaso.
Tuvieron que acribillar a 11 jóvenes que celebraban una posada navideña en Guanajuato para que claudicara en su intento de seguir justificando lo injustificable.
Zepeda Patterson, uno de los mejores analistas políticos a mi entender, ha defendido contra viento y marea lo indefendible durante estos cinco largos años.
Su habilidad en el manejo del idioma y su capacidad para justificar convincentemente a partir de verdades a medias, le han permitido sortear la realidad sin ridiculizarse, hasta hace unos cuantos días.
El pasado 21 de diciembre se atrevió a inferir en su columna editorial que la estrategia de López Obrador ha consistido en comprar tiempo para poder preparar al Estado y así, el próximo Gobierno pudiera contar con las herramientas necesarias para ahora sí enfrentar a la delincuencia.
El también escritor cuestiona ingenuamente si “funcionará este esquema una vez que la construcción de cuarteles y de la Guardia Nacional esté completado”, dando a entender que tiene que haber continuidad en la estrategia para alcanzar los objetivos, y para eso, entonces debe ganar Claudia Sheinbaum según su planteamiento.
Pero al hablar de esta necesidad de continuidad para quedar bien con la candidata del régimen, tuvo irremediablemente que aceptar que López Obrador fracasó en su promesa de pacificar al país. “Esperemos… quien asuma el poder el 1 de octubre del próximo año tenga una propuesta a la altura del desafío”.
Por fin, cinco años y 172 mil asesinados después, acepta implícitamente que Andrés Manuel no pudo. Pero no sólo no pudo, sino que peor aún, agravó la situación. No hay forma de decir que México está mejor que antes sin faltar a la verdad.
Así, con una ligereza insultante, quiere entonces pasarse por alto lo hecho por esta Administración. Una especie de borrón, pero no, y cuenta nueva, sino borrón y continuidad. El país bañado en sangre, y el autor todavía dándole el beneficio de la duda a los mismos para hacer lo mismo.
Pero por si esto no fuera suficiente, concluye su artículo afirmando cínicamente, —en referencia a la masacre de Salvatierra—, “que lo peor, es que en el fondo sabemos que no será la última”.
Una aseveración tan pavorosa como cierta porque, en efecto, sólo es cuestión de tiempo. Sólo es cuestión de días para que conozcamos el lugar y el número de muertos de la próxima tragedia.
Por conveniencia propia, durante todo este sexenio Jorge Zepeda no sólo ha retorcido la lengua de Cervantes, sino también su objetividad, sin importarle el desprestigio.
Y lo peor, es que lo seguiría haciendo seis años más sin decoro alguno, como ya nos lo hizo saber. @ECR1978
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