Víctor Collí Ek
En estos días está sesionando el Comité contra la Desaparición Forzada de ONU, es su sesión 25, y aunque toda su labor es interesante e importante, dos sesiones llaman especialmente la atención: lo indicado a México y el análisis de Holanda.
En el caso de México los dos grandes son los casos de Ayotzinapa y el reciente ataque en Jalisco. Sobre ello se subrayó la falta de avances o la falta de información sobre esos avances, al igual que el hecho de que el nivel de impunidad por el delito de desapariciones forzadas haya alcanzado el 98%
En el caso de Holanda llamó la atención que haya sido estudiado sin la presencia de una delegación oficial, ya que decidió no enviarla.
En ambos casos se puede ver con claridad la problemática que enfrenta el día de hoy el sistema de Comités de Derechos Humanos de ONU, y que fuera una vez más analizada en un seminario internacional denominado “Un world conference on human rights in Vienna 1993 strengthening imperatives 30 years after” entre el 27 y 29 de septiembre, en la Universidad de Viena y el Instituto Ludwig Woltzmann de Derechos Humanos y Fundamentales.
Como indicó Nils-Hendrik Grohmann al exponer su investigación doctoral sobre este tema, existen diversos caminos. Uno de ellos es el de modificar tratados, pero es un camino complicado para empezar por la cantidad de acuerdos políticos que se deben crear por parte de los países partes.
Un segundo camino, el que se ha estado dando, es el de modificar las formas de acción de dichos Comités vía las propias interpretaciones que vayan haciendo de cada uno de los tratados de los que sean partes.
Ese segundo camino no está exento de problemas y uno de ellos es la red compleja e intermezclada que se genera para los países, que en muchas ocasiones lo que hacen es duplicar en demasía la carga de trabajo de los países para cumplir con sus obligaciones. Esa lectura es la que vemos cuando notamos que Holanda no mandó delegación a la reciente sesión del Comité de desapariciones forzadas.
Otro problema que enfrenta es la de la efectividad de las decisiones de los Comités y ahí vemos el caso México. En muchas ocasiones lograr implementación —acceso a remedios, compensación, reparación— es complicado, los países pueden no reconocer una facultad concreta del comité o puede ser algo que ya se le haya pedido por otro comité y que justamente esa superposición de funciones haya generado esa duplicidad.
El problema de ONU y sus Comités de Derechos Humanos enfrenta igualmente problemas estructurales.
Uno de ellos es la falta de accesibidlidad a sus labores. No hay una labor de diseminación organizada de sus logros y por tanto la sociedad no los conoce, pero igualmente hay una tendencia al elitismo, o sea, solo se conoce en ciertos círculos sociales, pero los actores directamente afectados o involucrados desconocen los avances.
Esa falta de accesibilidad lleva aparejada una falta de visibilidad, eso es, por ejemplo, las páginas web de los Comités no son fácilmente comprensibles. Igualmente, ONU tiene un lenguaje muy técnico, legalista.
Hay una falta de adaptabilidad de los avances en derechos humanos de la ONU a los problemas globales. No hay una aproximación holística sino fragmentada. Tiene limitaciones económicas, de diseño, problemas técnicos.
Hay deficiencias en el trabajo del llamado sistema universal, especialmente en lo concerniente a los Comités especializados de los tratados. Durante décadas se ha hablado de la necesidad de reformas para mejorarlo, pero el camino adecuado no se ha logrado encontrar.
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