Margarita Zavala (*)
El sexenio prácticamente se acabó y una de las constantes que ha tenido es la propaganda diaria basada en mentiras. Obviamente hay quienes han decidido creer esas mentiras en lugar de reconocer la realidad: los enfermos no tienen medicina, los niños y niñas no tienen educación de calidad, el adulto mayor no tiene quién lo cuide, la madre trabajadora se siente sola frente a sus hijos, no hay tratamientos para el cáncer, el medio ambiente se deteriora; éstos son ejemplos de lo que no funciona en nuestro país y esa es nuestra realidad.
Después de cinco años caemos en la cuenta de que el fin principal de este Gobierno, como pasa con todos los populistas, es la acumulación, conservación y perpetuación del poder en vez de la construcción del bien común.
Tres puntos que debemos resaltar de los programas sociales y del presupuesto:
I.— Este Gobierno roba pesos con una mano y con la otra regresa centavos. Lo primero que tenemos que entender es que no existe tal cosa como el “dinero del Gobierno” y mucho menos “el dinero de López Obrador”; el dinero es de los mexicanos.
A los miembros del partido oficial no les interesa ni el desarrollo ni la ciencia ni la libertad de sus jóvenes; lo que le interesa es ganar las elecciones y como ejemplo está el dato del gasto operativo del programa de adultos mayores, es decir, el dinero que se necesita para implementar ese programa, que es de más de 18 mil 600 millones de pesos. ¿Para qué y por qué una suma tan grande sólo para “operar” un programa? Para pagar la gasolina y los viáticos de un Ejército cuyas actividades tienen fines puramente electorales.
II.— La reducción de la pobreza de ingreso que este Gobierno presume será pasajera y costosísima porque el dinero que reparten cada vez alcanza para menos. De hecho, no alcanzó para los más pobres de México porque hay 400 mil mexicanos más en pobreza extrema como lo dicen sus propios datos.
Como es más difícil conseguir dinero, este Gobierno ha decidido endeudarnos más a los mexicanos. En efecto, nadie nos había endeudado tanto como este Gobierno y, en unos cuantos años, todos, especialmente los más pobres, vamos a pagar las consecuencias.
III.— Todo el dinero que reparten no es para acabar con la pobreza, más bien es asignado con evidentes fines electorales, porque no optaron por los pobres, optaron por los votos. Nunca han visto a los pobres como personas, sólo “medios” en una estrategia política.
Pero afortunadamente la esperanza ya cambió de manos, está de nuestro lado.
(*) Diputada federal.
@Mzavalagc
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