POR: ERNESTO CASTILLO
Como diría Pedro Aspe, el país “estaba prendido con alfileres”, y ayer decidimos quitárselos.
La democracia nos permite corregir los accidentes, pero esta vez no quisimos. Parafraseando a Enrique Krauze, no hay adjetivos para calificar a la democracia de ayer.
El peor presidente de la historia terminó poniendo a la primera presidenta de la historia, tal y como lo tenía planeado desde el principio.
Más de 40 años luchando por alcanzar la democracia en nuestro país, para terminar regresando en tan solo 6 años a la época del viejo PRI.
Nuestro Gran Salto Adelante no dejará muertos por falta de alimentos, sino por exceso de balas. El paisaje mexicano, que hoy huele a sangre, mañana apestará a putrefacción.
Bendito sea el Senado. De salir bien las cuentas, será nuevamente nuestro pequeño dique de contención para el tsunami que se avecina. Lo del Poder Judicial, que demasiado hizo, solo es cuestión de tiempo para no contar con él.
Ni modos, a resistir hasta el 2027.
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