Cuatro personas murieron y medio centenar resultaron heridas después de que una bomba explotara durante una misa católica.
MANILA (Reuter).- El presidente filipino, Ferdinand Marcos Jr., condenó ayer un atentado mortal, del que culpó a “terroristas extranjeros”, mientras la Policía y el Ejército reforzaban la seguridad en el sur del país y en los alrededores de la capital, Manila.
Al menos cuatro personas murieron y medio centenar resultaron heridas después de que una bomba explotara durante una misa católica matutina en un gimnasio universitario en Marawi, una ciudad en el sur del país asediada por militantes islamistas durante cinco meses en 2017.
“Condeno en los términos más enérgicos posibles los actos sin sentido y más atroces perpetrados por terroristas extranjeros”, dijo Marcos en un comunicado. “Los extremistas que ejercen la violencia contra los inocentes siempre serán considerados enemigos de nuestra sociedad”.
Las operaciones policiales “no cesarán” para llevar ante la justicia a los autores de la “actividad terrorista”, declaró en rueda de prensa el secretario de Defensa, Gilberto Teodoro.
Asimismo, aseguró que hay “fuertes indicios de un elemento extranjero” en el atentado, negándose a dar más detalles para no comprometer la investigación en curso.
En el lugar de los hechos se recuperaron fragmentos de un mortero de 16 mm, según declaró en rueda de prensa Emmanuel Peralta, alto cargo de la Policía.
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