Tribuna Campeche

Diario Independiente

Ante dados cargados, el peso de la realidad | Fenómenos

Luis Rubio

John McCain solía decir que “siempre está más oscuro antes de que se vuelva completamente negro”. El futuro se construye cada día a través de las acciones de millones de personas, empresas y gobiernos en México y el mundo. Todo interactúa y se complementa, dando forma y contenido al futuro del que todos seremos parte.
En materia política, el gran momento para la nación en el mediano plazo es la contienda electoral del próximo junio. Cada acontecimiento, circunstancia, declaración retórica y acción contribuirá a dar forma al resultado de esa elección.
Lo que sigue son elementos e ingredientes que todos observamos a diario y que influirán, de alguna manera, en la formación del futuro:

  • Acapulco sin duda impactará la dinámica política de los próximos meses, aunque no es obvio que alguien pueda beneficiarse de ello. Luego de los primeros días de confusión, absurdos en la forma de conducir la actividad gubernamental y los legítimos reclamos de la población afectada, algunas entidades gubernamentales han comenzado a responder de manera efectiva.
    La CFE hizo un trabajo casi heroico para restablecer el servicio eléctrico (algo no inusual en situaciones como esta), las secretarías de Defensa y Marina trabajaron para establecer un marco de orden, distribución de alimentos y agua y, una semana después del huracán, las quejas de la gente han disminuido a medida que comienzan a centrarse en la reconstrucción, como tantas veces en el pasado.
    Es posible que los (evidentes) intentos de manipular la distribución de provisiones a través de cajas o bolsas con la efigie del candidato del Gobierno puedan influir en algunas conciencias, pero es dudoso que tengan un impacto significativo, especialmente en un Estado que lleva mucho tiempo gobernado por el partido gobernante y donde los problemas de gobernanza y seguridad son abrumadores y omnipresentes.
  • El huracán constituye un gran desafío para un Presidente que quiere mantener el control de todos los procesos. A veces, su capacidad de acción táctica —como su “rueda de prensa” matutina diaria— arroja resultados extraordinarios en términos de popularidad, pero en otras crea déficits que sólo se hacen evidentes tiempo después.
    Nada como la eliminación del Fonden, el fideicomiso creado hace décadas precisamente para situaciones como la que ahora viven los acapulqueños: con el desvío de fondos de partidas presupuestarias claves como educación, salud y, en este caso, desastres naturales hacia sus proyectos favoritos, el Presidente se encuentra frente a un severo dilema que ha estado tratando de resolver con retórica contra los medios de comunicación (como si fueran culpables de lo que está sucediendo en el puerto del Pacífico) o las organizaciones cívicas que inmediatamente se movilizaron para recolectar suministros ( lo mejor de la ciudadanía mexicana). Primero los chivos expiatorios y luego dejar que la realidad se resuelva sola.
  • La mayor parte de la prensa ha hecho un trabajo encomiable, exactamente lo que debería hacer en estas circunstancias, al mostrar la tragedia humana que representa una catástrofe como ésta. Su función es precisamente esa: dar la noticia y ha hecho un buen trabajo como contrapeso natural.
  • El fenómeno de las redes sociales es otra cosa: este nuevo espacio de interacción constituye, en todo el mundo, un gran desafío para la gobernabilidad y la democracia. Aunque permite que cualquiera pueda participar y opinar, abre la puerta a posiciones radicales, a informaciones falsas y confiere credibilidad a mentiras descaradas, sin beneficiar a nadie.
  • La paradoja del momento es que un huracán —fenómeno natural del que no se puede culpar a los “adversarios” de siempre, por mucho que lo intente el Presidente— constituye una oportunidad extraordinaria para lograr una “tregua”, la posibilidad de introducir cierta civilidad a la política nacional. Pero no, mejor polarizar incluso lo que no tiene ni remotamente origen en la oposición.
  • La prioridad del Presidente es sólo una: ganar las elecciones presidenciales. Todo se concentra en esto y, desde esa perspectiva, el huracán constituye una molestia sin precedentes. ¡Cómo se atrevía Otis a meterse con mi proyecto, que tan bien iba!
    Gobernar no forma parte del catálogo que despliega el Presidente. Su objetivo es el poder y las crisis, de cualquier tipo o magnitud, son meras distracciones que deben ignorarse porque no contribuyen al plan. Lo que suceda en los próximos meses —el huracán, el desempeño económico, los vaivenes de los candidatos y partidos políticos y lo que suceda en el resto del mundo—, determinará qué tan probable es que logre su objetivo. Lo que hoy parece seguro puede no materializarse.
  • El potencial para una carrera verdaderamente competitiva es enorme. La campaña de Claudia Sheinbaum va por buen camino, pero a ella le faltan meses para aterrizar. La campaña de Xóchitl Gálvez aún no ha tomado forma, pero enfrenta un asedio mediático y político administrado directamente por el Presidente, un contendiente mucho más poderoso que su candidato. La popularidad del Presidente favorece al primero; el retador podría beneficiarse de la realidad que cada día se vuelve más complicada.
    Para Gramsci, “La crisis consiste precisamente en que lo viejo está muriendo y lo nuevo no puede nacer; en este interregno aparece una gran variedad de síntomas mórbidos”.
    En Acapulco los síntomas son evidentes. Lo mismo con las elecciones del próximo año. Los dados pueden estar cargados, pero también pesa el peso de la realidad.

www.mexicoevalua.org
@lrubiof

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