AUTOGOL AL SESO LOCO. Apenas el pasado 23 de mayo advertimos en este espacio que Layda Sansores llevaba meses negociando la compra de la franquicia del diario ‘24 Horas’ con el director regional, Fernando Morales, pero que no había podido acordar un precio. Parece que sí pudo negociar un acuerdo para que le difundan información a conveniencia, como la del pasado martes en su primera plana.
Decía la nota que la Auditoría Superior de la Federación denunció a Alito ante FGR por un presunto daño de 2,941 millones de pesos en la Cuenta Pública 2018, pero enseguida se aclara que “se desconoce si la denuncia penal fue por la totalidad de ese monto, debido a los cambios que pudo haber durante la etapa de solventación”. El autor de la nota presume algo que desconoce. Ni siquiera ofrece prueba de lo que afirma, tal y como acostumbra Layda Sansores.
Pero quien le quiso hacer ese favor a la corrupta mandataria no se puso a pensar en ningún momento que quien tiene la obligación y es responsable de responder y aclarar el paradero de esos miles de millones desviados de la Cuenta Pública es la entonces secretaria de Finanzas, América Azar Pérez, esposa del exdrogadicto mantenido Seso Loco. ¿Quién le metió el autogol?
EL PRIVILEGIO DE SER SERVIL. Lo cierto es que en la citada denuncia penal de la Auditoría Superior de la Federación están implicados el exgobernador Carlos Miguel Aysa González, nombrado por Andrés Manuel López Obrador embajador de México en República Dominicana; Armando Constantino Toledo Jamit, nuevo secretario de Gobierno, y América Azar Pérez, esposa del rehabilitado artista frustrado Seso Loco.
Los tres deberán solventar irregularidades por presuntos desvíos de recursos por casi tres mil millones de pesos del ejercicio 2018. ¿Lo harán? ¿O los protegerá el corrupto manto purificador de Morena? Recordemos que la gobernadora Layda Sansores enfrenta siete denuncias en la Fiscalía de la Ciudad de México por haber desviado 120 millones de pesos, y hasta hoy no ha sido citada a declarar.
Pese a que se documentó el desvío de recursos, nada investigó la Fiscalía capitalina, y hace casi dos meses planteó el no ejercicio de la acción penal o mandar al archivo las siete denuncias contra Layda Sansores. ¿Por qué la encubre la Fiscalía? ¿No que se acabaría la corrupción? ¿Por qué a ella sí le permiten robar? Y la respuesta es sencilla: Porque es la obediente sirvienta del Presidente.
HABLÓ DOÑA LENGUA LARGA. Enfundada en batón verde de enfermera, zapatos Louis Vuitton y mechones de diversos tonos de rojo que resaltaban su redonda cabeza y cejas negras, Layda Sansores aprovechó su pasado Martes del Jaguar para señalar que a Marcelo Ebrard le fue mal por su falta de humildad, exceso de ego, por estar alejado de la militancia y ser un “fifí”. ¿El burro hablando de orejas?
“Seguramente su abuelita le decía que estaba bonito, o que tenía unos ojos muy grandes y hermosos, porque esas personas así empiezan a tener problemas de ego en su vida y no debe ser así, la humildad es primero”. Y si ella es tan humilde, ¿por qué a todos lados va rodeada de guaruras y un séquito de incondicionales, y no permite que se le acerque la gente?
¿Cuándo dejó de ser fifí? Viaja en aviones y avionetas, se desplaza en Suburban de lujo con choferes y guaruras armados, se niega a dar explicaciones del manejo de recursos y niega entrevistas a los reporteros. ¿Eso es ser humilde? ¿No le da vergüenza criticar a otros de sus defectos propios? ¿O es que ve la paja en el ojo ajeno y olvida la viga que carga en los suyos?
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