La decisión de mantener a Marcela en su cargo, es exclusiva de la gobernadora. Los demás integrantes opinan lo contrario, pero la senil mandataria se entercó en no escuchar a nadie.
La decisión de mantener en su cargo a la inepta, ineficiente y corrupta Marcela Muñoz Martínez, la tomó personal y arbitrariamente, la senecta y caprichosa gobernadora Layda Sansores San Román. No lo consultó con nadie, ni escuchará a nadie que opine lo contrario.
Es ella, junto con la propia Marcela, quienes tomaron la decisión de aplicar mano dura contra los policías rebeldes, los que acordaron desacatar el amparo que los protege de cualquier represalia, y ellas ordenaron a la Comisión de Honor y Justicia de la Secretaría de Protección y Seguridad Ciudadana (SPSC) correr a los siete primeros, e integrar las carpetas contra otro paquete de 80 elementos que serán dados de baja en los próximos días.
Son 80 buenos policías —entre ellas 65 mujeres— que han dedicado su vida al servicio público, a garantizar la seguridad de la población, y contra quienes la pareja infernal Layda-Marcela, ordenó que se les retuvieran de manera ilegal sus salarios, como un último recurso para doblegarlos. Luego de que no cedieron y decidieron mantenerse en la lucha, el siguiente paso será cesarlos también.
Valga este precedente para precisar que son Marcela y Layda quienes han actuado al margen de la ley. Han violado amparos y pasaron por encima de las medidas cautelares emitidas por la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Campeche, para que no se les sancione salarialmente, sino por el contrario, que se les entregue sus sueldos de inmediato.
Junto a esa pareja infernal Layda-Marcela, se encuentra el delicadito consejero jurídico Juan Pedro Alcudia, en su calidad de sicario-leguleyo, que busca en lo más recóndito de los códigos penales, civiles y demás, un párrafo o renglón para justificar el mal proceder de sus jefas. Ha hecho el ridículo en numerosas ocasiones tratando de fundamentar las arbitrariedades y abusos de su patrona, pero en el fondo él sabe que, al final del camino, todo se les va revertir.
Se sabe que los demás integrantes del gabinete opinan en sentido inverso que la Gobernadora. Coinciden que de los males, el peor, y que Marcela puede ser reubicada a otra área que no le genere tantos conflictos a la senil mandataria ni cause tanto daño a la ciudadanía. Pero, vale la pena repetirlo, Sansores San Román ha decidido no escuchar a nadie más y optó por morirse en la raya al lado de su querida Marcela.
Lamentable su decisión, pero muy común en personas que no están bien de sus facultades mentales y que toman decisiones viscerales.
Que con su pan se lo coma. Nosotros estamos ciertos que vivimos en un Estado de Derecho y que tarde o temprano, la ley caerá sobre ese par de impresentables personajes que van a pasar a la historia como lo más nefasto que le pudo pasar a Campeche.
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