Los constantes desfogues que realiza la Planta de Recompresión de Gas en Atasta, parecen incendios, pues de noche alumbran gran parte de la comunidad, y no dejan de ser prácticas contaminantes que arruinan pastizales y dañan viviendas.
Jorge Cardozo Acosta, José del Carmen Hernández Rodríguez y Fernando León May, integrantes del Consejo Ejidatario de Atasta, relataron que la noche del miércoles ocurrió uno muy intenso, y aunque los encargados aseguran que son controlados, la intensa humareda provocada por la quema de residuos, que se asemeja a un fuerte incendio, causa afectaciones.
Y aseveraron: “Los desfogues provocan inconformidad y son causa continua de alarma entre los pobladores, debido a las enormes humaredas que se suman al humo contaminante que a diario arroja la Planta de Gas a la atmósfera”.
De noche y madrugada, a kilómetros son visibles las enormes humaredas, aunque la del miércoles fue más que intensa, pues incluso parecía que la planta había estallado, explicaron.
En Atasta y toda la región —expusieron—, hay constante contaminación y altas presiones de las explosiones controladas, lo que arruina no sólo sembradíos, sino también zonas lagunares y viviendas.
“Es reprochable que en cada desfogue las enormes estelas de humo denso emanada de los quemadores lleguen a gran altura, pues representa una práctica impune que degrada y contamina el ambiente. Incluso es visible desde Ciudad del Carmen”.
La práctica es paradójica. Mientras a los pobladores se les conmina a no quemar basura ni desperdicios, y se les amenaza con ser sancionados por atentar contra la naturaleza y el ambiente, a Pemex todo se le permite.
Arrojar al aire cientos de miles de toneladas de desperdicios tóxicos y humo, degrada y contamina la atmósfera y son causas atribuibles de enfermedades, reprocharon los pobladores.
“Vivimos con el ‘amén’ en la boca y el temor por la práctica de los desfogues criminales, es decir, la quema de desperdicios y desechos químicos contaminantes, sobre todo como el de la noche del miércoles que era visible a más de un kilómetro a la redonda”.
Estas prácticas —recriminaron—, ocurren desde hace más de una década, y cada vez se intensifican por la creciente explotación petrolera en los pozos petroleros ubicados frente a las costas, en la Sonda de Campeche.
Por último, afirmaron que además de ser causa de miedo, automovilistas ven con asombro e incredulidad estos desfogues contaminantes del ambiente, y en ocasiones sienten estruendos que cimbran la tierra.
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Que vieja tan terca