LAYDA NO TIENE VERGÜENZA.
Hace dos semanas comentamos que el mal estado de las carreteras campechanas se reportó desde hace un año, y que era realmente indignante escuchar ahora a la sinvergüenza goberladrona Sansores “exigir” que se rehabiliten las carreteras campechanas, cuando su falta de gestión oportuna ocasionó ya más de un centenar de muertes.
Pero la terca, perversa y corrupta mandataria hace como si nada de eso hubiera ocurrido, y esta semana en su Martes de la Rata festejó que gracias a su “gestión” ya los albañiles de la Sedena “trabajan“ en las carreteras 180 (de Zacatal a Champotón) y 186 (de Escárcega a Xpujil), además de algunos “caminos rurales y alimentadores”. Pero ¿en qué consisten esos “trabajos”? ¿Se pavimentan los tramos o sólo los bachean?
¿En qué caminos rurales y alimentadores se ”trabaja”? Porque los pobladores de San Pablo Pixtún ya denunciaron que nunca les hicieron su camino, pese a que ya lo incluyó la goberladrona Sansores dos veces en sus informes, como si lo hubiera hecho. Tampoco ha informado ¿dónde están los mil 980 millones de pesos para pavimentar 370 kilómetros de carreteras que anunció en su Tercer Informe? ¿Se los clavó? ¿Será que la próxima semana lo aclare?
EN VERDAD NO TIENE MADRE.
Pero la desvergüenza de la goberladrona Layda Sansores no terminó ahí, pues después de congratularse porque “gracias a su gestión” ya los albañiles de la Sedena “trabajaban” en las carreteras 180 y 186, se aventó este comentario: “Aquí no podíamos esperar, se tenía que empezar antes y hoy es un hecho”.
Cierto, tenia que empezar antes, para ser exactos, hace un año que lo denunció la ciudadanía, pero Layda Sansores fue incapaz de “exigirle” a López Obrador la inmediata rehabilitación de las carreteras. Hoy, que ya suman más de un centenar las muertes ocasionadas por el pésimo estado en que están, doña Modesta Corrupta anuncia que gracias a su gestión ya se modernizan. No tiene madre.
Pero además, ¿cómo tener la seguridad de que los albañiles de la Sedena harán bien el trabajo? Porque la estación del Tren Maya que ellos hicieron en Campeche es una deplorable ruina. ¿Quién garantiza que los materiales reúnan los requisitos de calidad y se trabaje de acuerdo a las normas requeridas? Además, ¿quién paga por esos trabajos, el Gobierno Federal o el Estatal? El anuncio resultó más opaco que sus cejas.
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