Por disposiciones de La Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales (LGIPE), la gobernadora Layda Elena Sansores San Román debió suspender la emisión de sus “Martes del Jaguar” desde el 1 de marzo, en que iniciaron oficialmente las campañas electorales.
La principal razón para que eso suceda, es porque no ha habido una sola emisión de ese mamotreto en que la mandataria no haga promoción de sus actividades gubernamentales —ha presentado como obra pública el simple retoque con pintura de obras que ya existían porque ella no ha hecho nada—, y en que no se pronuncie a favor de los candidatos (as) morenistas y haga escarnio de los abanderados de la oposición.
Las disposiciones legales sobre este tema son muy claras: la propaganda gubernamental tendrá que suspenderse durante el periodo de las campañas, con excepción de servicios educativos, salud y protección civil.
Se debe dejar de realizar propaganda de los logros de la actual Administración Federal (de la Estatal no se puede presumir lo que no existe) ni se puede hacer referencia absolutamente para nada al proceso electoral o llamar al voto. Nada que tenga que ver con los procesos federal y local.
Esto tiene que ocurrir tanto en las transmisiones en radio y televisión como en los canales digitales, cuentas de redes sociales o la transmisión en línea del programa en cuestión.
Y no es que ese programa de quinta tenga penetración. No. La verdad es que su influencia es nula. Sólo la ven los periodistas de la fuente, los voceros del Gobierno del Estado, que cada miércoles tienen que presentarle al prestanombre Walter Patrón Bacab, titular de la Unidad de Comunicación Social, un resumen de lo planteado en la noche previa, y reportar cuántos likes y comentarios a favor dieron al programa a través de sus cuentas falsas o bots.
No obstante su escasa penetración y nula influencia, debió haber sido suspendido, a menos que, una vez más, la gobernadora insista en su terquedad de retar a la autoridad para victimizarse y usar ese caso como propaganda electoral.
La verdad es que están muy desesperados, apanicados y angustiados porque sus candidatos locales y federales no levantan, por lo que van a pasarse por el arco del triunfo lo que dispone la ley, con tal de interferir en el proceso electoral en marcha.
La gobernadora tiene muy suelta la lengua, y hasta el momento no hay ley que se la haya podido amarrar. Así que sin duda alguna que se mantendrá en su terquedad de querer salirse con la suya.
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Que vieja tan terca