DOBLE JUEGO ESTEVA-SANSORES. En su edición del pasado 5 de enero, el periódico Reforma reporta que el equipo político de Marcelo Ebrard Casaubón denunció por delitos electorales a funcionarios del Gobierno de la Ciudad de México —que preside Claudia Sheinbaum Pardo— ante la Fiscalía Especializada en Delitos Electorales de la Fiscalía General de la República.
Lo único que llama la atención del suceso es que quien presenta la denuncia es Alberto Esteva Salinas, suplente y sucesor de Layda Sansores en la Delegación Álvaro Obregón, quien a la vez fue denunciado por Lía Limón por bloquear la transición y ocultar la opacidad y corrupción de la hoy gobernadora de Campeche.
Recuérdese también que los contratos para beneficiar a la empresa del Seso Loco Gerardo Sánchez Sansores, sobrino de Layda —según la denuncia del 30 de mayo del año pasado de la diputada federal Tania Larios ante la FGR—, los firmaron Alberto Esteva y Walther Patrón Bacab, hoy director de Comunicación Social del Gobierno. El lazo de corrupción entre Esteva y Sansores es bastante profundo.
Por eso, habiendo tanta complicidad entre Sansores y Esteva, no deja de llamar la atención que ella apoye a Sheinbaum, mientras él está en la campaña de Ebrard. Ambos son traidores, desleales, perversos, descastados e infieles judas que apuestan a que con quien salga de esas corcholatas, ellos quedarán bien parados.
¿Estarán enterados Sheinbaum y Ebrard del perverso doble juego político que mantienen Sansores y Esteva? ¿Comentará algo al respecto en su programa la gobernadora viajera? Por cierto, dicen también que Esteva cobra aquí de aviador, y desde que el río suena…
NUEVA TRADICIÓN FAMILIAR. Tras su obligado regreso a Campeche —iba a permanecer ausente hasta la próxima semana—, la gobernadora Sansores quiso darse un baño de pueblo para aparentar que tiene amor por esta tierra y organizó un convivio de Año Nuevo con sus vecinos para “continuar una tradición implementada por su padre” en la conocida Casa Blanca del barrio de Guadalupe.
Los vecinos, sorprendidos por la invitación de quien jamás en sus casi ochenta años los volteó a ver, ni siquiera cuando venía de vacaciones, acudieron al convivio esperando un reencuentro cálido como el que algún día tuvieron con el Negro. Pero sólo escucharon el mismo discurso vacío y plagado de las mentiras de los supuestos “logros” del presidente López Obrador y su cuarta deformación.
Tras el frío discurso, que dejaba claro que se trataba más de tomarse la foto que de reencontrarse con el pasado, sólo se llevaron un pequeño pedazo de rosca en una bolsita y un vaso de plástico con refresco de aguas campechanas, mientras entre dientes murmuraban “pinche vieja, ya ni la chinga, parece que no tiene para comprar tamales como hacía su papá”.
¿Por qué no les presumió mejor sus logros y proyectos? ¿Será porque no tiene ninguno? ¿Les habrá explicado por qué se ausenta cada semana y es gobernadora de medio turno? ¿Por qué ahora retoma la tradición de su padre si piensa largarse apenas pueda? ¿Hasta cuándo la va a continuar? Los vecinos que asistieron se llevaron más preguntas que respuestas.
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