En su emisión del “Martes de la Rata” de esta semana que termina, la farsante, mentirosa y perversa gobernadora Layda Sansores aseguró que entre septiembre y octubre no hubo hom¡cid¡os por del¡ncuencia organizada en Campeche, y se entercó en asegurar que seguimos entre las entidades con menor número de homicidios dolosos.
La reiterada repetición de ese tipo de mentiras, nos lleva a sostener que la gobernadora intenta a todas luces ocultar la realidad, tal vez por proteger a quienes están detrás de los asesinatos, porque según datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, en septiembre hubo al menos ocho homicidios dolosos, de los cuales cuatro fueron con arma de fuego, y cuatro con arma blanca.
En octubre, según una recopilación con los reportes diarios de la Fiscalía General del Estado, se cometieron al menos nueve ejecuciones con arma de fuego en los Municipios de Carmen, Calakmul, Candelaria, Champotón y Calkiní, por lo que en total en esos dos meses mencionados por la farsante mandataria, se cometieron 17 crímenes.
Sorprende que la insensata goberladrona afirme que “no fueron cometidos por la delincuencia organizada”, porque ni siquiera hay detenidos por esos homicidios, no se ha definido con claridad la autoría de los mismos, aunque los mecanismos de ejecución —al estilo sicarial— nos llevan a creer que fueron cometidos por la delincuencia organizada.
¿Posee la ineficiente gobernadora alguna bola mágica de cristal para definir quiénes y cómo se cometieron los asesinatos? Porque, hablando con datos duros y objetivos, hay que precisarle que ni el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública tiene una clasificación de los homicidios con el apartado de “ejecuciones por delincuencia organizada” como pretende instaurar la senecta mandataria campechana.
Sólo para refrescarle la avejentada memoria, y con la sana intención de que abra los ojos y le diga a sus corruptos e ineptos asesores que le dejen de mentir, le damos una pequeña relatoría de las ejecuciones de octubre, en que, según ella, no hubo ningún asesinato de ese tipo:
El miércoles 2 de octubre, en la localidad fronteriza Josefa Ortiz de Domínguez, Municipio de Calakmul, un comando armado baleó a un hombre. El jueves 3 de octubre, de al menos 10 impactos de bala fue ejecutado E.R.H.C., de 33 años y de origen guatemalteco; su cuerpo fue encontrado a 100 metros de la frontera de Candelaria con Guatemala. El martes 8, en Calkiní, L.R.C.U., de 55 años, (a) “La Tórtola”, fue abatido a disparos en la colonia San Martín.
A medianoche del jueves 10, cuando se encontraba en el interior de su vehículo en la calle 24 entre 4 y avenida Gobernadores de la colonia Esperanza en Campeche, fue ejecutado Roberto N.C.M., a quien le dispararon en varias ocasiones. El sábado 12 de octubre sujetos en motocicleta dieron alcance y dispararon en la avenida Nardos del Fraccionamiento San Manuel de Ciudad del Carmen a un ciclista. Ese mismo día, pero en la capital campechana fue ejecutado un hombre en el interior del anexo “Esperanza de Vida” de la colonia San Joaquín, y otra persona resultó herida de bala.
El domingo 27, de al menos cinco disparos, dos de ellos en la nuca y cabeza, fue ejecutado Miguel P.M., (a) “El Jarocho”, de 50 años, cuando conducía su motocicleta junto con su esposa en Ciudad del Sol, Champotón, y el lunes 28, en el Municipio de Candelaria, David C.C. fue abatido de un certero machetazo en el cuello, el cual casi le desprendió la cabeza.
No intentamos en este espacio afirmar que ya estamos entre los Estados donde es consuetudinaria la ejecución de personas, pero tampoco se trata de ocultar la realidad, como pretende la desorientada y vengativa Layda Elena, en su triste afán de mentirle a los campechanos, para que crean que todo va bien y para encubrir y proteger la ineficiencia de su secretaria de Protección y Seguridad Ciudadana, la corrupta y arbitraria Marcela Muñoz Martínez.
Peor sería que la señora Sansores intente negar la realidad de las ejecuciones para esconder la presencia de agrupaciones de la delincuencia organizada, con quienes muchísimos campechanos sospechan que tienen acuerdos y pactos tanto ella como su querida Marcela.
Es probable que por los efectos de su edad, de su ausentismo permanente de Campeche, y por sus compromisos inconfesables, la anciana mandataria tenga que mentir públicamente y usar datos falsos para tratar de ocultar la verdad. Pero debe entender que los campechanos no estamos obligados a creerle y menos, cuando hemos constatado en infinidad de ocasiones que sus datos no concuerdan con la realidad, que su percepción de las cosas es fantasiosa, y que los resultados de su Gobierno son nefastos.
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