Tonatiuh Herrera Gutiérrez
1.— Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard y Adán Augusto no tienen otro día después de la elección a la Presidencia. Pueden tener otro día después de la elección del candidato y del registro como precandidatos.
2.— Aunque Ebrard ha sorprendido sobreviviendo como político las décadas del salinato, de la alternancia perdida y de la llegada de la izquierda con un líder reacio a la disidencia, se antoja difícil que volviera a tener las mismas posibilidades que tiene ahora.
3.— Si no es Sheinbaum, quien quede ¿deseará dejar intacta la presencia que ha ganado?
4.— Adán Augusto, si sigue y renuncia el lunes no alcanzará a ganar. No ha llegado a tener esa fuerza desde su posición y una libertad de acción que no gozan en el gabinete. Aunque esa libertad le haya hecho, por ejemplo, apoyar al Grupo Universidad en Hidalgo, creado por el PRI, pasado por Convergencia, partido propio que no pudo cuajar, el PAN y ahora se alojan en Morena.
5.— Sí puede existir mañana para Monreal. Lo más probable. Aunque no como candidato a la Presidencia, sólo aguantará como precandidato lo necesario (así la otra vez).
6.— Sí debiera existir mañana para Noroña. Lo habrá porque aunque ha repetido sucesivamente en distintos cargos es un militante. Sería bueno que sostenga su precandidatura para demostrar que es posible serlo en un partido laico sin ninguna bendición.
Pero si he mencionado el futuro de los precandidatos es porque en realidad me preocupa algo más importante. Y eso es lo que pasa en la izquierda en general y en Morena en particular. Desde 1988 se ha hablado de la unidad para conseguir un objetivo político electoral: la Presidencia, la Ciudad de México, la Presidencia otra vez. En esto se han contenido críticas y decidido nacionalmente sobre las candidaturas locales y el abandono a base, sindicatos y organizaciones por privilegiar liderazgos priístas. Las dirigencias han revivido tantos muertos como en una
película de zombis. Y los zombis han resultado en la mayoría de los casos mala elección.
Morena está perredizada. Se heredaron prácticas y cuadros de los chuchos, pero no son privativas de ellos. Por ejemplo, IDN que tiene gran presencia en el partido y en el Gobierno. ¿Cuáles prácticas? No quiero enumerarlas, pero si recordar la consigna cínica de la burocracia dorada: el acuerdo mata estatuto.
En este momento Claudia Sheinbaum lleva la delantera. Si quieren fortalecerla no deben prestar oídos a las soluciones habituales de Mario Delgado, que en lo local tienen problemas, pero que en lo nacional no tendrían hoy un buen fin. ¿Qué se debería garantizar con un método como la encuesta?
Que seleccionen con tiempo los precandidatos a las encuestadoras.
Que se apruebe la metodología y sea una encuesta por casa, nacional, con representatividad estatal y distrito federal electoral.
Ni partidos ni dirigencias deben conocer la muestra antes de que se aplique o esté en el proceso.
Judicializar cualquier violación y nombrar responsable y equipo por consenso para vigilar el proceso (informe del mismo, así como su confiabilidad).
Lo federal, también para abajo. El método, las encuestadoras y el responsable de vigilar deben ser los mismos para la Presidencia, que los Estados y Distritos.
El único mañana para las izquierdas es con democracia, discusión profunda, compromiso con la organización social, sindical, campesina y estudiantil que ahora se han hecho a un lado y mal calificado en muchos casos, aunque apuntalaran más para ganar en 2018 que los grupos (por no mencionar a los que estaban en el PRI o en el PRD).
Mejía Berdeja no es un resultado improbable. A eso se ha apostado. Lamento no ver esa preocupación en antiguos/actuales dirigentes y personajes de la izquierda. Ya se cumplieron los anhelos electorales de 1988. Si esta izquierda no cambia eso será el gran fraude de esta historia
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