Tribuna Campeche

Diario Independiente

De política… y cosas peores: Poderosa atracción

Catón

“Más jalan dos tetas que dos carretas”. El dicharacho expresa con meridiana claridad la poderosa atracción que el busto femenino ejerce sobre el hombre. No se tome muy a pecho lo que digo, pero pienso que en eso influye el atávico recuerdo de la madre nutricia, según lo muestran antiquísimas imágenes, como la Venus de Willendorf, relacionadas con la fertilidad y la perpetuación de la vida. Bien se ha equiparado el busto de la mujer con Disneylandia: está hecho para los niños, pero los adultos lo disfrutamos más. Las copas que se beben en la mesa antes de la comida con amigos dan lugar a un símil con esas partes femeninas: una es muy poco, y tres son demasiadas. Aquella chica de ubérrimo tetamen le preguntó a un amigo: “¿Por qué los hombres no me miran a los ojos cuando me saludan?”. Le explicó el interrogado: “Porque tus bubis no tienen ojos”. Caso contrario el de la esposa de reducidas prendas pectorales. Su incivil esposo le dijo: “¿Para qué compras brassiéres? No tienes con qué llenarlos”. Ripostó ella: “Entonces tú no compres calzones”. Conocido es el cuento del sujeto que le ofreció 100 mil pesos a una dama de preciosos senos si le permitía mirar, acariciar, besar y lamiscar sus bellos hemisferios. Ella aceptó el trato, y el tipo pudo realizar su anhelo: con delectación miró, acarició, beso y lamiscó los hermosos atributos de la mujer. Algo le extrañó a ella: al tiempo que hacía todo eso el individuo repetía una y otra vez: “No sé. No sé. No sé. “. Ella le preguntó: “¿Qué es lo que no sabes?”. Replicó el majadero: “No sé de dónde voy a sacar los 100 mil pesos”. (Sugerencia. Pídeselos a López Obrador. Dile que el dinero es para el programa Sembrando Vida)… Dante Delgado se equivoca al suponer que tiene alguna posibilidad de ser electo Presidente de la República. El líder del Movimiento Ciudadano podrá ser hábil político y eficaz mercadotécnico, pero carece en absoluto de atractivo para los votantes. Si se postula logrará sólo dividir a la oposición, que con Xóchitl Gálvez tiene grandes posibilidades de evitar el triunfo de Morena, y por tanto la instauración del maximato de AMLO, pero sólo si esa oposición se presenta unida a la elección del 24. Eso de que «con el PRI ni a la esquina» es un error. En la política nunca se debe decir «de esta agua no beberé». Si don Dante habla de principios nadie se lo va a creer. La verdad es que los triunfos obtenidos por MC en Estados como Jalisco y Nuevo León más se deben a circunstancias de coyuntura que a la fuerza del partido anaranjado. En cambio, la irrupción de Xóchitl en la contienda trae azorado a López Obrador. Traviesamente dijo ella en mi ciudad, Saltillo: «Beatriz (la esposa de AMLO) se va a enojar, porque Andrés Manuel se duerme pensando en mí y se despierta pensando en mí». No hagan los políticos que se malogre esta esperanza de los ciudadanos. Pospongan sus ambiciones personales —por lo demás de dudosa realización— en aras de una esperanza cierta. Hay que rescatar a México de las ineptas manos que lo están hundiendo… La princesa le dio un beso al feo sapo que halló en su jardín, y el batracio se convirtió en un gallardo príncipe. Pero no todos los cuentos tienen final feliz. Cuando esa noche ella lo vio al natural se desencantó del encantado galán, pues estaba muy exiguo en la región correspondiente a la entrepierna. «¡Joder! —exclamó la princesa con expresión poco principesca—. Si he sabido esto mejor te habría dejado en sapo»… Rosibel le contó a su amiga Susiflor: «Conocí a un muchacho guapo, educado, culto, tierno, detallista, dulce. Desgraciadamente ya tenía novio».FIN.

Guerra entre aspirantes

Mirador

Armando Fuentes Aguirre

El doctor Dyingstone, misionero, dedicó varios años de su vida a convertir a los pimates a la verdadera fe.
Los pimates eran antropófagos. El predicador los convenció de que el canibalismo es una costumbre muy fea, reñida con la buena educación. En su lugar les enseñó a tomar el té de las 5.
Eso les gustó a los nativos, y más a las nativas, pues les permitía hablar mal de las que no estaban presentes, lo cual es uso civilizado.
Cuando el doctor Dyingstone juzgó que los salvajes habían renunciado definitivamente a sus antiguas prácticas invitó al gobernador británico a visitar la tribu a fin de que diera constancia del éxito de su labor. Con tal motivo se llevó a cabo una recepción. Cuando llegó la reina de los aborígenes el gobernador le dijo:
—¿Me permite Su Majestad ofrecerle mi brazo?
—Gracias —respondió la soberana—. Ya cené.
Al día siguiente el misionero regresó a Inglaterra.
¡Hasta mañana!…

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