Se ha vuelto común en fechas recientes escuchar cómo presume doña Corrupta su gran presencia en redes sociales.
“Nunca pensé que el Jaguar tuviera tanto éxito”, confesó hace unos días en referencia a su programa ridículo-patético-cómico-musical de los martes.
Se vanaglorió del hecho de que cuando va a otras ciudades —lo que ocurre muuuy a menudo, pues no le gusta estar en Campeche—, la gente la saluda y se identifica con su programa. Gulp.
Y qué curioso. En su emisión de principios de febrero, no tuvo más de 323 personas viéndola vía Facebook, lo que no es algo digno de presumirse en ninguna parte de la ciudad, del Estado, del país y menos del mundo. Mucho menos, si tenemos que su mayor audiencia fue de 13 mil usuarios al pendiente de los audios que en esa época presentaba contra el dirigente nacional del PRI.
Pero bueno, 13 mil usuarios viendo el programa de marras tampoco es un récord mundial, ni es algo fuera de lo común. Mucho menos si, como todos sabemos, más del 90 por ciento de esas cuentas provienen de perfiles falsos, y pertenecen a la granja de bots que le administra su drogadicto sobrino cómodo.
Son esos mismos bots los que todos los días se “indignan” por las publicaciones en las redes sociales de TRIBUNA, los que le aplauden a rabiar cada una de sus babosadas, o los que emiten comentarios rastreros durante su cada vez más decaído ridículo y corriente show de los martes.
Lo interesante del caso es que esos bots podrán difundir su “opinión” pero no votan. No marchan. No acuden a mítines políticos. Vaya, de hecho no existen en la realidad real, sino en esa realidad virtual que le han hecho creer a la gobernante en el sentido de que ha ganado popularidad.
Baste revisar el “origen” de los comentarios a favor que emiten sus bots en el show de los martes, para corroborar que ni siquiera son de Campeche. O son de Estados Unidos, o de Colombia, o de alguna otra parte del planeta, que no votarán en las elecciones estatales y federales del 2 de junio próximo.
En este contexto, ¿de qué le sirve a doña Corrupta ostentarse como influencer, si sus influencias no servirán para un soberano cacahuate?
Una pequeña revisión a sus redes sociales nos permitió verificar que “oficialmente” tiene 811 mil seguidores en Facebook, 298 mil en “X” (antes Twitter), 112 mil suscriptores en You Tube y 55 mil en Instagram. Cifras ciertamente modestas que son una nimiedad ante cualquier verdadero influencer.
Y si a eso le sumamos que el 90 por ciento son cuentas falsas, entonces tenemos a una mandataria que vive engañada por sus asesores, y que ella misma tiene que tragarse esas mentiras, para no sentirse tan endeble.
Y un consejo no pedido. Si quiere saber qué tanta popularidad mantiene, lea las verdaderas encuestas donde la ponen en penúltimo lugar en desempeño, y la tildan como la más corrupta y mentirosa.
Lo demás es como el cuento del espejo de la Bruja Mala que no quería a Blanca Nieves.
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