Miguel Carbonell (*)
El próximo año estará marcado por diversas contiendas electorales que supondrán enormes tensiones dentro y fuera de México. Nosotros tendremos que enfrentar un proceso electoral de enorme complejidad, en el que elegiremos a nuestras autoridades federales y locales. Aunque la elección más visible es la presidencial, lo cierto es que se juega mucho el país en la renovación completa de las dos Cámaras del Congreso de la Unión, de las gubernaturas, la Jefatura de la Ciudad de México y miles de gobiernos municipales.
Pero también tendremos que estar pendientes de las elecciones en otros países, que por su cercanía geográfica o por los vínculos económicos que tenemos con ellos nos van a afectar de manera directa. Me refiero en primerísimo lugar a la elección presidencial en los Estados Unidos.
El escenario de una posible victoria de Donald Trump es preocupante. Las encuestas señalan que la contienda entre Trump y el presidente Biden será muy cerrada y probablemente termine decidiéndose por unos pocos miles de votos en los llamados “battleground states” (los Estados en los cuales las encuestas están más cerradas).
¿Respecto a nuestra situación política mexicana, ya hemos pensado lo que implicaría un segundo gobierno de Trump al otro lado de la frontera, teniendo que dialogar y llegar a acuerdos con un gobierno encabezado por Claudia Sheinbaum o Xóchitl Gálvez? México necesitará emplear a fondo a su legendario y muy bien formado servicio exterior para encontrar ventajas y puntos de consenso ante un escenario tan complejo como ese.
Más allá de México y Estados Unidos, habrá elecciones en más de 70 países cuya población suma más de cuatro mil millones de personas.
Veremos elecciones en el país más poblado del mundo: la India (el presidente Narendra Modi busca la reelección), pero también en Rusia (otro caso de intento de permanencia en el poder, ahora con Vladimir Putin) y en Reino Unido (el largo dominio de gobiernos conservadores puede terminar si es que finalmente se logra la victoria del laborismo, tal como anticipan algunas encuestas).
Debe preocuparnos, en ese escenario electoral global, el surgimiento de candidaturas “extra-sistema” que se representan a sí mismas como ajenas a la política tradicional pero que acaban reproduciendo los peores vicios de la clase política tradicional a la que buscan desplazar.
Hay que ver en qué condiciones llegamos a la elección presidencial mexicana y también cómo la economía podrá avalar (o no) un segundo mandato para Joe Biden. No cabe duda que viviremos un intenso año 2024. Que sea para bien.
(*) Abogado constitucionalista.
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