Pbro. Victoriano Durán Muñoz
12 acciones de caridad evangélica
En la parábola del samaritano misericordioso (Lucas 10, 29-37) encontramos doce acciones que realiza y que nos pueden servir de “espejo” para examinarnos a la luz de ellas:
- Llegó junto a él herido. Este es el primer paso. Hay muchos hermanos golpeados por tantas desgracias. ¿Te atreves a acercarte?
- Lo vio. El contacto visual siempre conlleva el riesgo de que acabes involucrándote. Ni el sacerdote ni el levita se permitieron ese contacto visual. ¿Eres de los que ves a los ojos del herido, o esquivas la mirada?
- Se compadeció. Esto significa que se atrevió a “padecer” junto con él. ¿Dejas que de tu corazón fluya como un río la misericordia o lo cierras de golpe para no sentir?
- Se acercó. Ahora se trata de un contacto físico: tocarlo. El tacto siempre es “sanador” si las manos que tocan son movidas por el amor. ¿Mi amor es de sólo palabras bonitas o va más allá?
- Echó aceite y vino. El vino como desinfectante y analgésico y el aceite para suavizar y limpiar las heridas. ¿Hasta qué punto nos hacemos “enfermeros” del amor?
- Vendo sus heridas. El trabajo hay que hacerlo completo. Cuando te dejas tocar por el amor, hasta brota de ti la delicadeza. ¿Hasta dónde somos capaces de brindar delicadeza al caído?
- Lo montó en su cabalgadura, es decir, estuvo dispuesto a caminar, a cansarse y fatigarse por el desconocido golpeado. ¿Cuántas molestias somos capaces de asumir por los demás?
- Lo llevó a un lugar seguro. La caridad siempre nos pide más y más, hasta llegar a las últimas consecuencias. ¿Nuestra caridad sabe llegar hasta allá?
- Sacó dos denario$. Esto significa que la verdadera caridad, tarde o temprano te pega en la bol$a. ¿Nuestra caridad está por encima de la bolsa o en este punto optamos por la retirada?
- Se los dio al encargado de la posada. No basta acariciar nuestras monedas o billetitos. Hay que dejarlos ir. ¿Alguna vez te has privado de los recursos para que el prójimo los disfrute?
- Lo encargó. La caridad hace cadenita. El encargado del mesón o posada acaba haciendo lo mismo que el samaritano misericordioso, aunque por paga. ¿También tú te dejas arrastrar por los buenos ejemplos que ves en otros?
- Se comprometió. Adquirió una posible deuda: “Lo que gastes de más te lo pagaré a mi regreso”. ¿Sabemos asumir gastos que podríamos evitar, todo por el prójimo necesitado?
Comunicación al 3311453950. ¡Hasta la próxima!
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