Es alarmante e inaudita la influencia que Gerardo “Seso Loco” Sánchez Sansores, ejerce en Campeche sin ostentar oficialmente ningún cargo dentro del Gobierno de su tía Layda Sansores.
Al no tener puesto formal, actúa como el poder tras el trono, desplazando a secretarios y funcionarios claves en decisiones que afectan al Estado.
El sobrino consentido de la gobernadora Layda Sansores se jacta de haber facilitado la llegada de empresas como Cruz Azul y Zeus, dejando claro que es el “puente” para acceder a la mandataria, como si el Gobierno fuera un negocio familiar. “Actuamos en familia”, presumió.
Aún más grave es su descaro al admitir que utiliza su cercanía con la gobernadora para intervenir en asuntos de energía, tarifas eléctricas y negociaciones empresariales millonarias, demostrando cómo el nepotismo y la influencia indebida prevalecen sobre la transparencia y la legalidad. ¿Cómo es posible que alguien sin responsabilidad oficial asuma competencias de secretarías como de Economía y de Energía?
Pero no sólo eso es preocupante de la declaración de Sánchez Sansores, quien abiertamente afirmó: “Si lo haces conforme a la ley, tarda mucho tiempo, pero si te adelantas, se puede empezar a caer porque hay mucha competencia”.
Este comentario deja en evidencia la actitud de hacer las cosas al margen de la legalidad, una práctica que abre la puerta a actos de corrupción, como los llamados “moches”, y decisiones arbitrarias.
Esta situación refleja la ausencia de una verdadera división de poderes y la preocupante concentración de decisiones en manos de personajes sin legitimidad democrática. ¿Hasta cuándo el Gobierno campechano permitirá que un “sobrino con influencias” actúe como gobernador en funciones?
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