Tribuna Campeche

Diario Independiente

EXPEDIENTE | ANTONIO JIMÉNEZ, REBASADO…

Considerado por sus superiores como “tonto útil”, mequetrefe moldeable que se presta sin chistar a ser manipulado y controlado a distancia, el diputado Antonio Jiménez Gutiérrez es un ejemplo más de que hay jóvenes que no debieron recibir jamás encomiendas de importancia en el servicio público.

Si bien es cierto que en su momento Antonio Jiménez dio muestra de combatividad y perseverancia, pues fue derrotado a la mala en su primer intento por alcanzar la diputación por el V Distrito hace ya seis años, ya que en los comicios siguientes ganó por mayoría su distrito, el paso del tiempo y el privilegio de paladear las mieles del poder acabaron con su idealismo juvenil, con sus deseos de trascender como político honesto y servicial, para terminar convirtiéndose en uno más del montón, en títere que, a cambio de dinero, fama y poder, es capaz de traicionar hasta a su progenitora.

Jiménez Gutiérrez, quien se ostenta como gente del pueblo, ya que, en efecto, no pertenece a la alcurnia ni a los apellidos ilustres que han usufrutuado por años el poder político en Campeche, traicionó pese a ello, a los verdaderos defensores del pueblo, a los policías que hoy ajustan tres meses de rebelión contra los abusos, excesos, corruptelas e ineptitudes de sus jefes, en especial, de la guanajuatense Marcela Muñoz Martínez.

El diputado Antonio Jiménez, quien vive sus días de gloria como presidente de la Junta de Gobierno y Administración del Congreso del Estado, y es en los hechos el titular de uno de los poderes del Estado, se olvidó pronto de su origen popular, y se prestó a la discriminación y odio que siente la gobernadora Layda Sansores por los que no son de su clase, para cerrar las puertas del Poder Legislativo a los reclamos justos y legítimos de los uniformados.

Jiménez Gutiérrez tuvo en sus manos el poder para que el Congreso del Estado abandere las injusticias que se han cometido contra los policías campechanos, y para que, en pleno uso de sus atribuciones y facultades, emita un exhorto a la titular del Poder Ejecutivo para cesar y castigar con todo el rigor de la ley a Marcela Muñoz Martínez, por haber puesto en peligro la vida de más de 200 policías, entre ellos más de 50 mujeres, que envió a un operativo al penal de San Francisco Kobén, sin los equipos de protección adecuados.

El diputado por el V Distrito, quien en la pasada elección sufrió una apabullante derrota, pudo pasar a la historia de Campeche como el honesto titular de un Poder Legislativo autónomo e independiente, que se puso del lado del pueblo y no del poder; de la razón, y no de la prepotencia; del derecho y no del autoritarismo. Pero hizo lo contrario.

Y esta actitud, esta traición a los suyos, le salió bastante cara. Los votantes de su Distrito lo repudiaron masivamente. Aún incluso en la campaña lo corrieron de sus casas, de sus calles, de sus barrios. Le gritaron que es un traidor, un vendido y un arrastrado, y le negaron el voto por la reelección.

Pese a ello, Jiménez Gutiérrez llegará al Congreso por la vía plurinominal. Su rastrerismo, entreguismo y traiciones le agenciaron el privilegio de ser colocado en la lista de diputados plurinominales, y por esa vía podrá estar disponible para seguir sirviendo a los intereses de sus “jefes”, para seguir supeditando al Poder Legislativo a los arbitrios, caprichos y ocurrencias de la gobernadora Layda Sansores y de su sobrino Seso Loco.

No se sabe aún si le darán la encomienda de seguir siendo el coordinador del grupo parlamentario mayoritario, pues llega con la mancha de ser perdedor, pero ya sabemos cómo se las arreglan desde el poder para mantenerlo en el cargo por su calidad de cien por ciento manipulable.

La próxima Legislatura, como la que se encuentra en funciones, tendrá mayoría femenina. Habrá 18 diputadas contra 17 legisladores varones. Tal vez ya sea momento de que una de ellas sea también la presidenta del Congreso. A lo mejor ella sí tenga los tamaños para devolverle al Poder Legislativo el valor de que lo han despojado políticos sumisos y entreguistas como Antonio Jiménez Gutiérrez.

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