Tribuna Campeche

Diario Independiente

Domingo taurino | La bravura, la esencia

Rosendo Balán Caamal

UN ESPECTÁCULO | La bravura del astado provoca emoción entre los aficionados.

La esencia de la tauromaquia no es la sangre, sino la emoción producida por la bravura del animal, su trapío y cornamenta amenazante frente a la fragilidad inteligente y a veces elegante del torero que se la juega en el coso.
La bravura del astado es la esencia de un espectáculo que se llama fiesta brava, pero algunos de los proveedores de materia prima tratan de mermarla por solicitud de algunos toreros; se entiende que la bravura es peligrosa para los diestros, que la bravura puede lesionar y hasta quitarle la vida a un espada, pero también se entiende que existen otras profesiones menos riesgosas, pero todo aquel que se viste de luces lo hace convencido de su carrera.
En la fiesta brava siempre se anuncian en los carteles toros bravos, y a eso va la gente a la plaza. Jamás he visto que anuncien toros de bravura mermada o disminuida.
“A un toro bravo no se le puede torear bonito”, dijo Mariano Muñoz en su charla de noviembre pasado.
La bravura ha ido en descenso en la búsqueda de un toreo minucioso, tanto ha disminuido que el peligro no se ve por ningún lado. En algunas faenas da la impresión que estuvieran toreando de salón, muy bonito, pero sin emoción.
El toro bravo es un animal imponente que causa respeto y que despierta admiración, cuando no hay toro con bravura se pierde la esencia de la tauromaquia, lidiar un astado es un espectáculo único y artístico en el que se crea una obra de arte que se va completando al ir concluyendo todos sus tercios.
No hay que permitir las tropelías que se cometen muchas veces en la zona oscura de “bambalinas”, que en la mayoría de las ocasiones está ajena la afición. Es aburrido e injusto para quienes queremos ver la diversidad de toros y la dimensión artística que pueden tener los toreros.
En muchas plazas se exige un toro voluminoso, con imponente cara, y se resta importancia a la casta y bravura, que es lo que verdaderamente importa. Lo que sí es cierto es que la afición se merece un toro encastado, bravo y de calidad cuando acomete la embestida, y genere emoción en el ruedo.

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