Leticia Bonifaz
El tercer domingo de junio se ha elegido en México como fecha para conmemorar el día del padre. Toda la mercadotecnia está desplegada para aconsejar el mejor regalo. A diferencia del día de las madres, los electrodomésticos no son recomendados porque pareciera que los padres no lavan, no cocinan, no licuan, no baten, no mantienen refrigerados los alimentos, en síntesis, su espacio “natural” no es la cocina.
Por supuesto que sabemos que desde hace ya algunas décadas se han venido rompiendo los estereotipos y hay padres que preparan alimentos, que ponen cargas de ropa, que hornean, que limpian, etcétera, y que todas estas actividades no vulneran su masculinidad. Lo que esas conductas provocan es, además de satisfacciones personales, el equilibrio de los roles sociales.
Durante años se pensó que la igualdad sólo se construía en el espacio público, pero hay cambios que pueden comenzar desde la cocina o el cuarto de lavado.
Hoy, cada vez más padres se involucran en el cuidado diario, es parte de una paternidad disfrutable. A los padres, en otro tiempo, se les impuso sólo el rol de proveedores y con dar el gasto la tarea estaba cumplida. Se perdían de todo lo que implicaba estar cerca de sus hijos e hijas, de ver su desarrollo momento a momento, de estar ahí en sus descubrimientos, en sus caídas, en el fomento de su curiosidad, en sus logros, en el entretenimiento y en cada una de las fugaces etapas de su crecimiento.
Hoy, sin duda, hay que celebrar al padre presente, al comprometido, al cómplice, al que ejerce la paternidad gozosa. Felicidades a todos ellos.
Desafortunadamente, no todos los padres son padres responsables. De entrada, hay que tener en cuenta que muchos se desentendieron de su responsabilidad desde que se
enteraron de que había una gestación en marcha. Como físicamente están fuera, pueden quedarse fuera. El embrión les parece ajeno, aunque lleve la mitad de su carga genética. La ciencia, por fortuna, ha logrado dar la certeza de la paternidad.
En otro tiempo, era común que hubiera hijos no reconocidos, que sólo llevaran el apellido de la madre y que no se volviera a saber de ellos de por vida. Hay legislaciones en América Latina, como la de Costa Rica, por ejemplo, que tiene procedimientos muy detallados que buscan que todo padre se haga responsable del hijo que procreó.
Si el padre no reconoce al descendiente, la madre puede dar los datos para su localización y es citado para que se realice la prueba de ADN, si se niega, se presume que el hijo es suyo. En todos los casos se atiende al interés superior de la infancia.
Los cambios sociales se han venido dando paulatinamente. Desde el derecho se han impulsado algunos de ellos. Los permisos de paternidad pueden ser un ejemplo. Es un pequeño paso, pero, indispensable para seguir avanzando en la construcción de una sociedad igualitaria en la que todos sus integrantes potencian sus habilidades.
Estoy optimista porque veo a mi alrededor a muchos jóvenes padres implicarse y disfrutar al tope todo el proceso. Esa actitud observo que se repite cada vez con más frecuencia. Atrás quedaron los estereotipos del padre de las películas de la llamada época de oro del cine nacional. Si hoy las vemos, los roles masculinos que ahí se desarrollaban, corresponden a tiempos idos. El mundo cambió.
Disfruten a sus maravillosos padres. Padres: déjense apapachar y celebren a lo grande. Yo en tanto, me llenaré de recuerdos.
Twitter: @leticia_bonifaz
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