El médico Alexis Jardiel Chi Chi, de 30 años de edad, quien laboraba en la Unidad Médica Rural No. 28 del ejido “Quetzal Edzná Módulo 1” del IMSS-Bienestar, habría sido secuestrado por el mismo grupo de sicarios que el miércoles 11 y jueves 12 de enero pasados, protagonizaron balaceras en Alfredo V. Bonfil y en Los Laureles, con saldo de al menos cuatro muertos.
De acuerdo con versiones dadas a conocer ayer por su madre, al presentar su denuncia por desaparición en la Fiscalía General del Estado de Campeche, Alexis Jardiel habría sido bajado por hombres armados de la combi en que viajaba, para obligarlo a atender a los heridos de ese grupo criminal.
El secuestro habría ocurrido el viernes 13 de enero, en medio del fuerte dispositivo de seguridad que implementaron en esa zona las policías Ministerial y Estatal, la Guardia Nacional y el Ejército Mexicano.
Según su madre, Alexis Jardiel habría cumplido el pasado martes 30 años de edad, por lo que le llamó a su celular para felicitarlo, pero al no obtener respuesta viajó hasta Quetzal Edzná para festejar con él su onomástico.
Cuando llegó al consultorio le informaron que el joven médico, egresado de la Universidad Autónoma de Campeche, no se había presentado a laborar desde hacía por lo menos cuatro días, y que no contestaba su celular.
La última vez que se le vio fue el viernes 13, cuando abordó su combi rumbo a San Francisco de Campeche. Una versión indica que cuando la combi pasaba por Bonfil, hombres armados la interceptaron, lo bajaron y se lo llevaron.
La madre no ha podido obtener más información, porque en Bonfil hay hermetismo total de los pobladores, ante el temor de que sean ejecutados por los sicarios, en venganza por haberlos denunciado.
Otras versiones en redes sociales, señalan que pudo haber sido levantado para atender a los heridos del bando criminal que se enfrentó a los policías ministeriales y estatales el miércoles y jueves de la semana pasada.
Más historias
Ganaderos exigen que Layda cumpla sus promesas de campaña
BALEAN A VELADOR EN UN INTENTO DE ROBO A UNA TRITURADORA
Doble fondo: Acapulco sin foquitos