Se puede aventurar que a los empresarios carmelitas los amenazaron o algo les prometieron, para que no hicieran olas durante la visita del exdirector de Pemex y ahora director del Infonavit.
Da coraje, mucho coraje, constatar que de acuerdo al nivel de confianza, compromisos y relaciones con el grupo en el poder, es el comportamiento de la hija del Sátrapa Negro. Y la probanza es obvia. Ciertamente, no se atrevió la anciana a reclamar nada al exdirector de Petróleos Mexicanos, Octavio Romero Oropeza, que le tomó el pelo cuando ofertó que antes de que abandonara el cargo, esa endeudada empresa pagaría a sus proveedores carmelitas.
Así se expresa don Julián, y levanta la voz cuando señala que es inútil hacerle ver a la corrupta Tía Rata que debe anteponer sus querencias y compromisos personales ante las necesidades y problemáticas que padecen los campechanos, a los que presume representar, sin que se observen los resultados de su gestión.
Como casi siempre, la plática se celebra en el Parque Principal de la ciudad de capital. Están enojados los contertulios. Eso se aprecia en los ademanes, los gestos y las expresiones. Conocen la situación que vive la entidad, y analizan las perspectivas nulas de desarrollo que se ciernen para Campeche, de no cambiar la ruta del pésimo Gobierno que encabeza la corruptísima gobernanta,
—Es inaceptable que la Ruca Gacha ponga por encima de los intereses de los campechanos, sus relaciones con altos funcionarios del grupo en el poder, a los que no les expone ningún reclamo por sus falsas promesas, subraya el poeta Casimiro. Creo que hemos sido muy pasivos en no denunciar y protestar. Hay muchas maneras de hacer ver nuestra inconformidad por el rumbo en que se debate la administración pública de la avejentada gobernanta.
El fiel lustrador de calzado, don Memín, asiente con la cabeza las palabras de don Julián, y repone que los campechanos han dado muestras de unidad cuando se sienten agraviados. Aún se recuerdan las marchas para demandar la destitución de la güera guanajuatense, que sigue en el cargo por el empecinamiento de la anciana de Palacio de no reconocer su pésimo y corrupto desempeño.
El poeta Casimiro, que hasta entonces había permanecido en silencio, interviene para señalar que nada se resuelve con sólo comentar lo que acontece, sin participar en propuestas de solución o convocar a la protesta.
Lo extraño es que los empresarios carmelitas afectados por la falsa promesa de Romero Oropeza de que antes de que abandonara la dirección de Pemex, pagaría a los proveedores, hayan permanecido callados, sin reclamar nada.
Para mí que fueron amenazados, advertidos o algo nuevo les prometieron para que en la visita del ahora director del Instituto del Fondo Nacional para la Vivienda de los Trabajadores no hicieran olas. Si es así, perdieron una invaluable oportunidad de encarar a los corruptos funcionarios de la cuarta transformación. Por eso nos joden, remató Casimiro, francamente enfadado.
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