Cuando no se tienen argumentos sólidos y creíbles para ganar el debate, difama, calumnia e injuria, de manera que si pierdes la batalla, por lo menos lograrás que el ánimo de tu adversario decaiga y se debilite.
Tal parece que es el manual que ha seguido la gobernadora de Campeche, en este conflicto con los policías, el cual se ha prolongado innecesariamente.
Tan sencillo que es escuchar la voz del pueblo y acatarla. Tan simple que es pedirle la renuncia a Marcela y designar a otra persona en su lugar, para garantizar que los servicios de vigilancia y atención a las necesidades ciudadanas en el 911 se atiendan con premura y eficiencia.
Pero no. La senecta de Palacio optó por la protección a su amada Marcela, desoyendo incluso los consejos de sus principales asesores, entre ellos, se dice, el de su sobrino el loco, quien sabe de las graves consecuencias político-electorales que le traerá a sus candidatos, este irreconciliable distanciamiento para con el pueblo campechano.
Y es que, aunque a la gobernadora le cueste, no se trata aquí de un conflicto entre partidos, por más que ella pretenda involucrar en todo al candidato de Movimiento Ciudadano al Senado de la República. Ya le dijeron socarronamente en los comentarios en sus redes sociales, que no vaya a salir un día de estos con que está embarazada, porque también culparía al expresidente municipal mocista de Campeche.
Tal vez a la gobernadora le cueste aceptar que en Campeche hay movimientos populares legítimos y valiosos que no ameritan la intervención o liderazgo de ningún partido. Que los ciudadanos podemos hacerlo por nosotros mismos.
Por eso prefiere difamar a quienes ella ubica como “cinco cabecillas” de la rebelión policiaca, acusándolos de haber recibido cada uno un millón de pesos para propiciar el levantamiento, tratando de ocultar, claro está, que la culpa es de la ineptitud de su amada Marcela, que mandó al matadero a las “mujeres valientes” que ingresaron al penal a sofocar un motín de reos, sin los equipos, implementos, ni estrategias adecuados.
Es más fácil mentir que informar dónde fueron a parar los mil 900 millones de pesos que ha manejado Marcela en dos años y medio, ya que los equipos, las armas, las patrullas, las instalaciones de la sede central y de los destacamentos municipales, están en condiciones deplorables.
Estamos viviendo momentos inéditos. Será interesante narrar el desenlace de esta historia de una gobernadora sorda, necia, terca y soberbia que se enfrenta a un pueblo que ya está cansado de tener en Palacio a una persona farsante, inepta y mentirosa.
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