Tribuna Campeche

Diario Independiente

Una oportunidad a la paz | Terrible violencia

Alberto Aziz Nassif

México está inundado por un clima de violencia en donde todos los días vemos actos terribles, asesinatos, desapariciones, secuestros, desplazamientos y una presencia cada vez más fuerte del crimen organizado en múltiples territorios del país. Frente a esa situación vemos a un Gobierno que ha puesto en marcha una estrategia que no ha logrado dar resultados como se planteaba al inicio del sexenio.
Todavía hay reclamos a los gobiernos anteriores y no se acepta la necesidad de cambiar o, al menos, ajustar la estrategia. Como otra pieza de este grave escenario se ve que el sistema de justicia sigue instalado en niveles altísimos de impunidad y de ineficacia.
El asesinato de dos jesuitas en Cerocahui, Chihuahua, en junio del año pasado ha generado un movimiento que trata de instalar en la agenda pública de México, como una necesidad urgente, una nueva narrativa para la construcción de paz. Después de una confrontación fuerte entre la jerarquía y el Gobierno de AMLO por las críticas a su estrategia de seguridad, se hizo una amplia convocatoria que ha sido liderada por la Compañía de Jesús y acompañada por la Iglesia Católica, para realizar en todo el país conversatorios y foros para alimentar una agenda por la paz.
Sin duda, en estos tiempos electorales un llamado por la paz debería estar en el debate público, y si es cierto que en las campañas es cuando existe una mayor sensibilidad para escuchar demandas, entonces este movimiento llega en un buen momento.
En el programa que conduce Bernardo Barranco en el Canal 11, Sacro y Profano, se presentaron hace unos días dos actores centrales de esta convocatoria por la paz: el jesuita Jorge Atilano y la Dra. Elena Azaola, especialista en derechos humanos. Habrá un evento en la Universidad Iberoamericana de Puebla (21-23 de septiembre), en donde se plasmarán los resultados de un diálogo por la paz que se nutrió de 40 foros y múltiples conversatorios. En estos espacios plurales han participado organizaciones de la sociedad civil, académicos, familiares de desaparecidos, funcionarios de todos los niveles de Gobierno, jóvenes, fiscales, magistrados, militares, es decir, una amplia gama de actores sociales. Este evento será un Diálogo Nacional por la Paz.
Los reclamos apuntan hacia la necesidad de enfrentar y combatir todo tipo de violencia, desde los ámbitos familiares, escolares, hasta los comunitarios. Se detecta que se han roto los tejidos sociales y que la acción criminal se ha vuelto una preocupación central de las comunidades; también se ve que hay una enorme insatisfacción con el sistema de justicia y un reclamo por la falta de protección de la ciudadanía ante el crimen organizado.
En la reunión de la Ibero de Puebla se dialogará sobre tres grandes áreas: 1) respuestas ante la pregunta de ¿por qué México ha llegado a estos niveles de violencia?; 2) encontrar ¿cuáles han sido las buenas prácticas que han logrado resultados positivos, sobre todo en los espacios locales, en materia de seguridad, justicia y reconstrucción del tejido social?; 3) y, finalmente, responder a ¿cuáles pueden ser las mejores vías para construir una agenda para la paz?
Este esfuerzo llega casi como una paradoja, sobre todo porque se plantea como una invitación amplia y plural para participar, dialogar y escuchar. No deja de ser una pieza extraña en el contexto nacional por el que atravesamos en donde el país entero está metido de cabeza en una enorme polarización política, donde cualquier discurso, declaración, o narrativa se procesan como una intencionalidad perversa, una pugna por el poder y un país que se entiende sólo en blanco y negro.
El clima de una campaña electoral en el que la clase política está sumergida de tiempo completo, nos llevará a una mayor polarización y a una guerra sucia cotidiana. Por eso este llamado suena como una pieza que no encaja, pero ese es precisamente su valor, porque el país llegará a 2024 harto de la narrativa de polarización, y ese hartazgo quizá pueda abrir un espacio importante para darle “una oportunidad a la paz” (Give peace a chance), como dice la canción de John Lennon…

(*) Investigador del Ciesas.
@AzizNassif

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