Tremenda exhibida le dio la senecta gobernadora Layda Elena Sansores San Román a su compadrito del alma, el delicadito periodista tabasqueño Juan Manuel Herrera Real, a quien tiene como patiño en su “Martes del Jaguar”, y a quien balconeó como “un barbero irredento” de las administraciones anteriores, lo que le generó haber recibido en cuatro ocasiones el “Premio Estatal de Periodismo”.
Y es que para la mentirosa y farsante gobernadora, su Administración logró un cambio radical al reformar la Ley del Premio Estatal de Periodismo, y otorgar la facultad de su organización, de su calificación y de su entrega a la Escuela de Ciencias de la Comunicación del Instituto Campechano.
Logro que por cierto, no tiene nada de novedoso, pues en otras entidades del país se aplican criterios similares, y si bien cuando esa ley se aprobó en Campeche, se confirió la organización de ese certamen a la Unidad de Comunicación Social del Gobierno del Estado, eso fue porque por aquellos años no había una institución académica para hacerse cargo del asunto.
Lo que no ha cambiado, sin embargo, es el criterio fundamental que rige el modo como califican los trabajos. No importa si los mismos son digitales, audiovisuales o impresos. Lo que ninguno de los concursantes debió, ni debe, ni deberá contravenir jamás, es que a los gobernadores no se les critica, no se les cuestiona, ni mucho menos se documenta la corrupción en que incurren junto con su séquito.
No ha habido nunca, ni lo habrá seguramente en el futuro, algún trabajo periodístico que haya sido galardonado por denunciar los abusos, las excentricidades o los excesos de los gobernantes. Por el contrario, quienes realizan esa labor sufren el acoso y la persecución del régimen en turno, sea de los colores partidistas que imperan: azules, tricolores o guindas.
Y el Gobierno de Layda Sansores San Román no ha sido la excepción. No sólo es intolerante a la crítica periodística, sino que como niña berrinchuda, caprichosa y veleidosa, acostumbra insultar, ofender, difamar y calumniar a los demás, sobre todo a sus adversarios políticos y a sus críticos, pero reacciona como la llorona cuando se le responde con argumentos válidos.
No puede ostentarse jamás la senil Layda Elena como respetuosa de la libertad de expresión y de crítica, pues en toda su vida nunca ha aceptado que se le cuestione, mucho menos ahora que tiene a su servicio a las fiscalías y a los juzgados estatales para inventar expedientes penales, administrativos e incluso fiscales contra quienes, desde algún medio de información, se atreva a señalarle sus errores.
Sin embargo, hay algo en lo que no se equivoca. Y es que en efecto, los premios estatales de periodismo se han otorgado con la venia de los gobernadores en turno. La mayoría de los mismos han sido para gente leal al sistema, para los periodistas a modo, o para los “barberos irredentos”, como ella definió a su querido compadre, el desviado periodista tabasqueño, Juan Manuel Herrera Real, su patiño a sueldo.
Es correcto que Juan Herrera ha sido un adulador de los gobernadores en turno. ¿No lo sabía la gobernadora? Y lo peor para ella y sus rencores, es que uno de los mandatarios a quien “Juanito” más aduló fue a Rafael Alejandro Moreno Cárdenas.
Lógicamente la recompensa de Moreno Cárdenas para con su “compadre rarito”, que presume una honestidad de la que siempre ha carecido, era tenerlo bien atendido en la nómina, y si bien es cierto que no le mandaban su ración en maletas Louis Vuitton, sí le concedía otras prebendas y apoyos pecuniarios que le permitieron financiar sus extravagancias y gustos raros y caros.
Por eso es que los que conocen a “Juanito” saben no solamente que no puede presumir honestidad, sino que con su presencia cada semana en su “Martes del Jaguar”, también desautoriza a su mentirosa, corrupta y sinvergüenza comadre gobernadora, para presumir de ser honesta.
Para colmo, ambos padecen de lo mismo: son “barberos irredentos”, como demostró nuevamente con su discurso la senecta mandataria el pasado jueves en Calakmul, ante el presidente López Obrador. Mentirosos, farsantes, corruptos, falsos y cínicos el compadrito y su comadrita.
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